“Punto y aparte”

“Punto y aparte”

“Al pan, pan, y al vino, tinto de Rioja” – Miguel d’Ors

Cuando recién llegué a España hace poco más de un año, me di cuenta que no conocía del todo acerca de sus exponentes literarios, sobre todo del terreno poético; sin embargo, a la par de irme cultivando, las personas indicadas fueron llegando, entre ellos José Lacarra, un pedazo de persona del que hablaré en otra columna (sí, Sofy, de ti también; no puedo hablar de uno sin el otro ni de mí sin ustedes). Un día cualquiera se nos comunicó que un poeta español de renombre nos daría una conferencia; su nombre: Miguel d’Ors. José me miró emocionado, preguntándome si alguna vez había leído alguno de sus textos, a lo cual respondí que no. Bastaron algunas horas para que José hiciera llegar a mis manos uno de sus tantos poemarios. Así, entre “lecciones de historia”, recuerdos de Wyoming e irónicos auto reproches, me sumergí en el mundo de “Punto y aparte” creado por d’Ors, del cual aún no he salido –ni pretendo. Nunca pude devolverle a José el libro, menos después de que el mismo Miguel d’Ors me lo firmó y dedicó (gracias, José, por tu pronta y empática resignación ante el asunto). Sin más preámbulo, les comparto algunas de sus letras, donde se dibuja claramente su presencia, su elegancia y la fusión perfecta entre él y la poesía. “Lecciones de historia: IX”

La segunda mitad del siglo XX dijo que la Verdad no era verdad, que cada cual con su opinión, y todos a ser homini lupus en paz y compañía. No es verdad que hoy es martes, no es verdad esta lluvia, no es verdad Paraguay ni mi bigote ni sus estornudas ni dos y dos son cuatro: todo son opiniones. Usted hoy se ha comido un plato de opiniones -perdón, una opinión de opiniones (tampoco voy a imponerle el plato)-; a usted, cuando se sienta, le pica esa opinión que le ha salido en toda la opinión.

Pero ¿qué digo usted! Usted es solamente una opinión. Yo soy una opinión. Esto es sencillamente una conversación entre opiniones.

“Es una cosa extraña…” Es una cosa extraña ser poeta, es una cosa extraña sentir la propia vida llena de muchedumbres, escuchar en el propio canto todos los cantos y cotidianamente morir un poco en todo lo que muere.

Es una cosa extraña ser poeta; es sorprender al niño en los ojos del viejo, es oír los clamores del bosque en la semilla, adivinar que hay una primavera dormida bajo cada nevada, partir el pan y ver los segadores.

Es una cosa extraña: ser poeta es convertirse en tierra para entender la lluvia, es convertirse en hoja para saber de otoños, es convertirse en muerto para aprender la ausencia.

LA AUTORA

Joven apasionada por las letras, heredo de su madre y abuela los deseos de contar historias, con apenas 19 años de edad, María Treviño ya sabe lo que quiere en la vida, escribir es la máxima expresión de su existencia.

María Treviño

Joven apasionada por las letras, heredo de su madre y abuela los deseos de contar historias, con apenas 19 años de edad, María Treviño ya sabe lo que quiere en la vida, escribir es la máxima expresión de su existencia.