PAULINA ARIZPE LA LUCHA SE GANA CON AMOR

Por: Carolina García

Fotos: Luis Castrejón

Paulina Arizpe sobrevivió al cáncer de mama, una batalla que empezó en noviembre de 2018. Acudió a un médico para revisarse una bolita que detectó meses antes, la mamografía ubicó un tumor, la biopsia confirmó que era maligno.

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Su esposo recibió la noticia y esperó un día para encontrar un hospital, investigar del tratamiento y agendar citas con los doctores. Decidió contarle a Paulina sobre el diagnóstico cuando los padres de ella estaban en casa. Era cáncer de mama en etapa III.

En México, el cáncer de mama se diagnostica a una media de edad de 52.5 años, una década menos que en la población de América del Norte y Europa Occidental. 

Paulina tenía 27 años cuando encontraron el tumor. 

“Entonces ellos me abrazan y me animaban y me decían que yo podía con esto, que era más fuerte que todo lo que iba a venir, que yo era más fuerte y podía más.

“Y pues ya, como que en ese momento empecé a calmarme y dije: bueno, si ellos están conmigo, aquí a mi lado, pues todo va a estar bien”, recordó Arizpe.

Su caso es uno de los 23 mil que se detectan cada año, de acuerdo a la Secretaría de Salud.

Tenía 27 años, dos hijos, uno de ellos lactante. Desde el día uno, se esforzó para que ellos no sintieran la diferencia. Llevó una vida normal, lo más que pudo; llena de risas, amor y fuerza.

Creo que mis hijos eran mi mayor motivación, tan sólo al verlos ya tenía ganas de salir adelante porque pues no quería que ellos tuviera una vida que, no sé, que no fuera normal.

“Entonces, yo siempre estaba como que tratando de que todo fuera normal y eso ayudaba mucho, eso ayudaba porque se me olvida que estaba enferma. Estaba ahí con ellos todo el tiempo”, explicó la joven madre.

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El tamaño del tumor no permitió que se retirara de inmediato, primero debió someterse a quimioterapias. A partir de la cuarta, notó cómo decrecía. Tomó suplementos, vitaminas, cambió su estilo de vida.

“También empecé a meditar más, a tomar terapias. Eso creo que también influyó a que me ayudara a erradicar la enfermedad”, agregó.

Su psicóloga también es sobreviviente al cáncer de mama. Le impulsó a ver la situación desde otro ángulo: en lugar de sufrir por el diagnóstico, lo tomó como una oportunidad de crecer.

“Me ayudaba a ver las cosas como aprendizaje de una lección que me iba a ayudar mucho, que me iba a hacer crecer, que me iba a hacer madurar muchas cosas, superar muchos miedos y también me iba a hacer ver las cosas con mucho amor”, señaló.

A su alrededor, se formó una red de apoyo emocional. No vivió discriminación, ni cuando le operaron o cuando perdió el cabello.

“Todos eran muy amables, me ayudaban, como en sus diferentes maneras, pero siempre sentí ayuda de los demás, apoyo, empatía. Desde el personal del hospital, la escuela de mis hijos, mis vecinas, mi familia, mis amigas”, afirmó.

Tuvo 16 sesiones de quimioterapias, 12 eran suaves, pero las últimas cuatro fueron difíciles. Le generaron debilidad, náuseas. El procedimiento eliminó las células cancerígenas, pero también otras: del cabello, las uñas y la piel. Después vino la mastectomía. Le quitaron el tumor y los ganglios. 

“La belleza también viene muy de adentro y esta enfermedad se trata de amarte y de aceptarte tal cual eres. O sea, si me hubieran dicho: sabes qué, pues no te podemos reconstruir, no hubiera pasado nada”, puntualizó.

Vivió el día a día. A veces eran buenos, otros eran malos; pero el amor de su familia, de todos a su alrededor, le ayudó a sobreponerse, tomar fuerza y energía para seguir siendo mamá, para estar con sus hijos, jugar con ellos.

“La verdad también estoy muy feliz, muy feliz y súper agradecida y creo que aprendí mucho a lo largo de este proceso y esos aprendizajes todavía están conmigo y se van a quedar conmigo siempre.

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Todo ese amor que los demás me dieron también lo tengo todavía conmigo y lo agradezco todos los días”, expresó.

El día de su última quimio se sintió agradecida, con su familia, con las personas del hospital con Dios por cuidarla y por haber terminado ese largo camino.

“Quiero que sepan, y a mí me lo dijo mi psicóloga, que no hay nada malo en su cuerpo. O sea, que es un proceso esto que te transforma y que pues aprender y que te toca vivir, pero que trae consigo también mucho amor y buenos sentimientos.

“También les diría que encuentren a los doctores con los que se sientan tranquilas. Que tengan su grupo de apoyo, su familia, sus amigos, esposo, sus doctores, otros pacientes. No importa, pero alguien con quien puedan hablar y contarles todas sus preocupaciones”, aconsejó.

Ahora, Paulina está libre de cáncer y comparte su testimonio para ayudar a las mujeres que no se realizan chequeos y para dar ánimos a quienes enfrentan la misma lucha. 

Carolina García

Nació en Saltillo, Coahuila en 1995. Ama la lectura y narrar historias. Es licenciada en comunicación por la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Coahuila. Participó en las antologías de cuento: “Imaginaria” (2015), “Los nombres del mundo: Nuevos narradores saltillenses” (2016) y “Mínima: Antología de microficción” (2018).