Arturo Díaz Montoya, 10 años, ajedrecista
Mientras paseaban por un centro comercial, Arturo vio un tablero de ajedrez temático en una tienda y convenció a su mamá de comprárselo. Tenía cuatro años. Como sus papás no sabían jugar, contactaron al profesor Eduardo Aguilar en la escuela Construajedrez, con quien empezó a tomar clases.
Es un juego de táctica y de ingenio, “aunque pierdas todas las piezas puedes empatar haciendo ‘ahogado’”, contó. Además, le ha ayudado a distraerse durante esta pandemia, pues su maestro organizaba torneos en línea. Comenzaron con jugadores locales y luego con otros competidores a nivel nacional.
“Aprendí más tácticas y técnicas que hicieron mis tardes más divertidas y entretenidas. Además, practico basketball y me ayuda a hacer jugadas más tácticas, pensando mucho mejor y en forma rápida mis movimientos”.
Colegio o instituto donde estudias: Colegio Americano de Saltillo
Nombre de la escuela donde aprendes el ajedrez: lo comencé en Construajedrez con el profesor Eduardo Aguilar, y ahora él me da clases en la academia de ajedrez que imparte el COLAM, antes presencial y ahora en línea.
¿Has ganado competencias? ¿Cuáles?
Sí, en pequeños torneos y competencias amistosas.
¿Cómo vas a celebrar el Día del Niño?
Iré a comer con mis papás y pasar un día en familia y pocos amigos en un día de campo.
¿Cada cuándo practicas?
Los lunes y miércoles de 15:30 a 17 horas. Antes en el colegio (presencial) y ahora, por la pandemia, en línea.
¿Cómo te apoya tu familia?
Me apoya muchísimo, desde que me inscribe en las academias, en la escuela de Construajedrez y ahora la tomo en el COLAM, y llevándome a los torneos que organiza el colegio o bien el profesor Eduardo Aguilar en Construajedrez.
¿Qué le dirías a los niños para que se animen a perseguir sus sueños?
Que nunca se rindan, que cuando las cosas o circunstancias no son como lo esperan, sigan adelante.
¿Qué quieres ser de grande?
Quiero ser neurocirujano.
¿Qué te ha enseñado la pandemia?
Me ha enseñado que aún en el lado más oscuro hay un rayito de luz, es decir, siempre hay esperanza y hay que ver siempre el lado positivo.