MOTIVOS POR LOS QUE EL VERANO AMARGA TU VIDA

verano amargado

El verano es el periodo del año más esperado por todo ser humano. ¿Por todos? No exactamente.

En alguna parte de este mundo, un grupo de millones de personas detesta los meses estivales. Su letanía es silenciosa, porque afirmarla en público conllevaría el desprecio de sus iguales, pero está argumentada en torno a certeros razonamientos. Estos son algunos motivos por los que el verano te está en realidad amargando la vida.

Porque hace CALOR

Si en invierno estabas esperando ‘el bueno tiempo’ te digo que buen tiempo no es disfrutar de agradables 38º C a las 21.00, buen tiempo no es sufrir de insomnio crónico por la ausencia de frescor nocturno, buen tiempo NO es derretirse en sudor al salir de la ducha.

Porque todo está lleno de gente

Sí, es cierto, la ciudad que no es tan turística se vacía pero todos los sitios interesantes a los que quieres ir, están llenos de gente. De demasiada gente. Acudir a la playa es sumergirte en las fauces de las pesadillas de la civilización moderna. Ni siquiera el retiro rural se salva.

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Porque es el festival del insecto

Recluidos durante el resto del año en sus seguras madrigueras, todos los insectos del planeta hacen su estelar aparición cuando llega junio, sólo para recluirse de nuevo en sus cuevas al término de septiembre. Su único objetivo es destrozar todo elemento de paz y tranquilidad en tu vida. El mosquito que zumba en tu oído mientras intentas dormir, la mosca que interrumpe tu descanso en el jardín después de comer, la avispa que quiere robarte la sangre.

Mira dónde estuve

Cuando las barreras de la privacidad cayeron, nadie esperaba que una de las peores consecuencias fueran las publicaciones de Facebook. “Mírame, soy más feliz que tú”, parecen decir todas esas fotos que inundan las cuentas de tus amigos todos los meses de julio y agosto. Mientras tanto, el reloj jamás se mueve en la oficina, y tú maldices aquel momento en el que ver las fotos de vacaciones de los demás se convirtió en una obligación.

Porque nunca pasa nada

Cualquier plan queda derivado a septiembre. ¿Aprender italiano? Mmmmm, estamos a principio de julio, ya lo haré cuando termine el verano. ¿Aprender a tocar la guitarra? ¿Poner un negocio? No, es ¡agosto! El verano es el periodo en el que todo se postpone de forma indefinida. Da igual las ganas que tengas de hacer algo en el momento: son dos meses, tres, en los que se pierde el tiempo de forma incomprensible. Todo se deja para el fin de las vacaciones, aunque sólo hayas tenido dos semanas de vacaciones a mediados de julio y no vuelvas a disfrutar de otras hasta Navidad.

Porque todo es más caro

Dado que la humanidad se sincroniza para hacer las mismas cosas al mismo tiempo, quienes se dedican a sacar beneficio de ello lo hacen sin misericordia. Hacer cualquier cosa en verano es mucho más caro que hacerlo en cualquier otro momento del año.

Por el horror estético

La llegada del buen tiempo nos convierte a casi todos en un puñado de cosas estampadas con palmeras y barquitos, chancletas y elementos fosforitos.

Porque sólo puedes salir a la calle de noche

En ese periodo de tiempo, te quedas en el sofá, pierdes el tiempo, no haces lo que te gusta hacer y, en el camino, pierdes las ganas de salir a correr. Porque cuando lo haces vuelves al punto 2: cenas mosquitos. En verano sólo vives de noche, y eso no está mal, pero te hace perder el resto del día.

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Porque siempre se te olvida regar las plantas

Quieres a tus plantas, pero te da una pereza terrible coger la manguera y regarlas. Lo recuerdas de forma repentina pasada la medianoche, acudes a la terraza rezando porque aún sigan vivas, en mitad de la cena, cuando ya estás en la cama y es demasiado tarde, cuando estás viendo una película. Y siempre, siempre mueren.

Porque no puedes dormir

Si pones el aire acondicionado, te resfrías, porque el aire acondicionado es LO PEOR. Si pones el ventilador, el ruido te molesta demasiado, y además también te vas a resfriar. Si no pones ninguno de los dos, mueres de calor por más ropa que te quites. Si subes la persiana, entra demasiada luz o demasiado ruido.

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¿Vacaciones? ¿Cuáles vacaciones?

¿Ves a ese niño cuya sonrisa es la sonrisa de la felicidad a mediados de junio? Bien, pues no es la tuya. Desmitifiquemos de una vez la idea de que el verano está asociado a las vacaciones. Es falso: pasas la mayor parte del tiempo trabajando, y también lo hacen tus compañeros. El problema es que creamos una ficción en la cual el resto del mundo está disfrutando en la playa y sólo nosotros en la oficina. Y eso es frustrante, pero no es real: verano dejó de ser igual a vacaciones a los 23 años.

Porque todos ocupan tu alberca

Si quieres refrescarte en una alberca, ni pensarlo, seguro estará repleta de niños hiperactivos con una inmensa cantidad de tiempo libre chapoteando, gritando, lanzando objetos por encima de tu cabeza, gritando aún más, peleándose, pasándola bien. Cosa que tú, hombre o mujer de mediana edad creyendo que en una piscina existe tal cosa como un momentito de relax, no vas a conseguir.

Porque NIÑOS

Están por todas partes. No hay lugar donde puedas huir. Son felices. No tienen límites.
Por las canciones del verano
¿Escuchas ese ritmo latino que domina cada rincón de tu barrio, todos los bares a los que estás yendo de fiesta? ¿Esas frases vacías sobre palmeras y enamorarte en una playa? ¿Ese compendio de clichés sobre el buen tiempo, la piscina y las sonrisas imperecederas? Son las canciones del verano, un éxito continuado de horror y desvergüenza desde mediados de los ’90.

Y porque dura demasiado poco

No hay ninguna época del año que dure tan poco como el verano, y se trata única y exclusivamente de una cuestión de mentalidad. Vivimos obsesionados por la carencia de días del verano, por la vuelta a la dura realidad en septiembre que no es tal, porque el disfrute se acaba demasiado pronto. Una cuenta atrás estresante y permanente que no se repite en el otoño, en el invierno o en la primavera, cuya duración parece ser sempiterna. Y eso también es un problema del verano.

Sonia Valdés

Periodista de Vanguardia desde 1989. Editora de Omnia, Hogar y suplementos como PERIODIQUITO y CAMPUS Enlace Universitario. Maestra de inglés a nivel secundaria y una gran entusiasta de promover los valores y la importancia de practicar un deporte. Con un especial cariño por el beisbol.