MIRADORES EN MÉXICO QUE TE HARÁN PERDER EL ALIENTO

Frente a ellos se alzan imponentes cascadas, “mares” de nubes y barrancas.

Frente a estos miradores se alzan imponentes cascadas, “mares” de nubes y barrancas.

Samantha Michelle Guzmán

1.- Cañón del Sumidero, Chiapas

Desde el mirador El Roblar, a más de mil metros de altura, se aprecia perfectamente cómo  el  río Grijalva serpentea a través del Cañón del Sumidero. Resulta apenas una franja de tono verdoso, apretujada entre colosales paredes de piedra. Frente a ti hay un paisaje que ha tardado unos 70 millones de años en formarse. Y ni siquiera ha terminado, pues por cada año que pasa, se vuelve dos centímetros más amplio.

El cañón integra un parque nacional. Si quieres llegar a pie hasta El Roblar, el más alto de los miradores, debes internarte por un sendero de tres kilómetros, aproximadamente; no requiere demasiado esfuerzo. También puedes llegar en auto o contratar un tour en bicicleta.

En total, el camino abarca cinco plataformas de observación. El Tepehuaje, enclavado a 900 metros, destaca por su perspectiva directa de la apertura del cañón. Este ángulo es tan icónico que aparece en el escudo de Chiapas.

La experiencia es muy distinta si recorres el río Grijalva a bordo de una lancha. Los muros adquieren siluetas bastante peculiares; en una de las paredes aparece un “árbol de Navidad” formado por una cascada. Camuflados entre la vegetación, se distinguen monos araña y pericos. A orillas del río hay cocodrilos, observando pacientemente.

Cómo llegar: El parque nacional se ubica a las afueras de Tuxtla Gutiérrez; en auto, se avanzan cuatro kilómetros para llegar a los senderos turísticos. También puedes llegar desde Chiapa de Corzo, a media hora de distancia.

Frente a ellos se alzan imponentes cascadas, “mares” de nubes y barrancas.

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2.- Cuatro Palos, Querétaro

Parece imposible que en un mismo territorio exista un semidesierto poblado por cactáceas y un bosque frondoso y repleto de pinos. Así es la Reserva de la Biósfera Sierra Gorda. Justo ese extraño encuentro entre ecosistemas, es visible desde varios miradores, entre ellos el de Cuatro Palos.

Un sendero desde la comunidad homónima, te conduce hasta la plataforma de observación. En menos de media hora, subes 90 metros entre las profundidades del bosque. Cuando completas la misión, estás a dos mil 700 metros sobre el nivel del mar. Frente a ti hay una formación que parece tener dos cuernos, es el Cerro de la Media Luna. Este es solo una muestra de la inmensidad de la reserva que abarca un tercio del estado de Querétaro.

Cómo llegar: El punto de partida queda a 12 kilómetros del pueblo de Pinal de Amoles. Los recorridos, campings y cabañas en el bosque, son administrados por una cooperativa de mujeres locales. Puedes emprender una aventura de tres días por la región para visitar lugares como el Sótano de las Golondrinas (en la Huasteca Potosina). Un paquete “todo incluido” cuesta seis mil 250 pesos por persona. sierragordaecotours.com

Ambos destinos cuentan con embarcaderos, desde donde inician los tours en lancha; el precio ronda 200 pesos. La touroperadora Ecoexperiencias (www.ecoexperiencias.com) hace las excursiones en bicicleta hacia los miradores, desde mil 335 pesos por persona.

Frente a estos miradores se alzan imponentes cascadas, “mares” de nubes y barrancas.

3.- Parque La Huasteca, Nuevo León

Aquí no existe un mirador como tal, sino una ruta que te invita a desafiar la gravedad y reunir todo tu valor para voltear hacia abajo. Es decir, hay decenas de miradores. Se realiza en el Parque La Huasteca, una reserva perteneciente al Parque Nacional Cumbres de Monterrey. La locación se distingue por sus formaciones escarpadas de roca caliza. Una de ellas se alza a 700 metros del suelo, y la misión de esta experiencia es escalarla.

Asciendes poco a poco con ayuda de una vía ferrata; es un sistema nacido en la Primera Guerra Mundial, que consiste en escalar paredes de roca natural usando escalones de acero.

En el camino, debes vencer varios obstáculos: puentes colgantes que hacen temblar tus pies, escalones de aluminio que parecen suspendidos en el aire y hasta una tirolesa de 200 metros. Como recompensa por tu valor, obtienes una vista privilegiada de la Sierra Madre Oriental y la zona metropolitana de Monterrey. Mucho mejor que cualquiera de los miradores artificiales del país. 

Cómo llegar: La reserva se sitúa a 15 minutos de la ciudad. La experiencia se llama Ruta Vértigo y con la agencia Geoaventura (geoaventura.com) cuesta mil 150 pesos por persona.

Frente a ellos se alzan imponentes cascadas, “mares” de nubes y barrancas.

4.- San Sebastián del Oeste, Jalisco

Este escenario no posee una sola sección plana: está lleno de elevaciones, grietas y formaciones rocosas forradas de vegetación. Es tan preciso, que parece una maqueta. Se trata de una pequeña sección de la Sierra Madre Occidental, vista desde el borde del mirador La Bufa, a dos mil 411 metros sobre el nivel del mar.

La cereza del pastel es que, si eres suertudo y llegas al amanecer, la Bahía de Banderas forma parte del espectáculo; se ve cómo sus olas de color azul profundo bañan Puerto Vallarta. Sin embargo, en cuestión de minutos un “mar” de nubes cubre el panorama por completo. La neblina también tiene su encanto, te sientes como si estuvieras flotando en medio de la nada.

Solo es posible llegar a la Bufa en una camioneta o cuatrimoto. Es casi indispensable ir con un guía, pues el camino es sinuoso y un poco confuso una vez que se adentra en la sierra.

Cómo llegar: La Bufa se localiza a 40 minutos desde el Pueblo Mágico de San Sebastián del Oeste. Malibrí Turismo (malibrturismo.wordpress.com) te lleva en camioneta, desde 200 pesos por persona. Rentar una cuatrimoto te cuesta 600 pesos, con guía.

En el pueblo, visita la Quinta Mary, donde se cosecha café de altura. No olvides pasar por El Fortín, un restaurante que sirve pizzas a la leña y raicilla, un destilado de agave.

Frente a estos miradores se alzan imponentes cascadas, “mares” de nubes y barrancas.

5.- Hierve el Agua, Oaxaca

Cuando tomas una fotografía en el Anfiteatro, parece que estás sumergido en una alberca de borde infinito a la orilla de un barranco. Pero en realidad te encuentras en la cima de una cascada petrificada de 30 metros de altura.

Hace unos dos mil 500 años, por aquí corría un poderoso torrente, el cual se “congeló” por la acción de minerales como el calcio.

Desde las pozas naturales del Anfiteatro, famosas por adoptar tonalidades esmeralda con la luz del sol, se aprecia otra cascada petrificada que alcanza 12 metros. A la distancia luce como un tobogán gigantesco.

Si desciendes a pie por uno de los costados del Anfiteatro es posible acercarte a los chorros de agua que se volvieron piedra hasta sentir su textura. El camino es rocoso, con tramos empinados y resbalosos.

Antes de irte, fíjate en las pozas naturales más pequeñas: brotan burbujitas hacia la superficie, como si el agua estuviera en ebullición. Así surge el nombre de Hierve el Agua.

Cómo llegar: Está a una hora con 20 minutos desde la ciudad de Oaxaca. En el sitio web Viator encuentras tours desde 21 dólares (403 pesos) por persona.

Frente a estos miradores se alzan imponentes cascadas, “mares” de nubes y barrancas.

6.- La Rumorosa, Baja California

Ninguna carretera en México goza el mismo nivel de fama que La Rumorosa. Puede deberse a las “voces” que se escuchan cuando el viento se desplaza entre sus formaciones o al extraño aspecto de éstas, como si un gigante hubiera amontonado miles de piedras después de deshacer una montaña. Incluso tiene un aire perturbador cuando pones atención a los coches que alguna vez se quedaron atrapados entre las rocas, tras caer por un barranco.

Mientras conduces por ella, varios miradores te permiten detenerte para tomarte fotos con la carretera de fondo. El más famoso es Ojo de Águila, que cuenta con visores panorámicos.

Cerca de la Casa de Piedra, una construcción del siglo pasado cuyo propósito es un misterio. Hay tours de rappel y bici de montaña.

Cómo llegar: La Rumorosa conecta a Mexicali con el Pueblo Mágico de Tecate. El descenso a rappel cuesta 600 pesos, con Geo Parque Casa de Piedra. Tel. 045 (646) 179 5074.

Frente a ellos se alzan imponentes cascadas, “mares” de nubes y barrancas.

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Carolina García

Nació en Saltillo, Coahuila en 1995. Ama la lectura y narrar historias. Es licenciada en comunicación por la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Coahuila. Participó en las antologías de cuento: “Imaginaria” (2015), “Los nombres del mundo: Nuevos narradores saltillenses” (2016) y “Mínima: Antología de microficción” (2018).