MI BOTELLA DE TEQUILA

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Saludos mi estimado lector, hoy quiero platicarle una reflexión que surgió mientras estaba recostada contemplando mi botella de tequila, misma que utilizo como maceta para dar vida a una Julieta, planta ornamental muy noble, que se caracteriza por la simpleza de sus hermosas hojas color verde limón y que sin el menor esfuerzo se multiplica en un abrir y cerrar de ojos, mientras admiraba la belleza de la botella transparente llena de agua con la raíz sumergida, me llegó a la cabeza la siguiente idea: si la Julieta estuviera plantada en tierra, yo no tendría la opción de admirar las diferentes formas en que la raíz de esta evoluciona, podría percibir los cambios del exterior y obtener los resultados de abundancia que se esperan de una planta, pero ignoraría por consecuencia el objeto clave que le da vida a mi hermosa Julieta, y si esto lo trasladamos como metáfora a la representación de un ser humano, la botella de tequila sería la representante de mi cuerpo material; el contenedor, el que sostiene la ligera línea de vida entre lo tangible y lo intangible, el mismo que me permite experimentar a través de los sentidos el mundo, un instrumento complicado que se rige por leyes divinas de una perfección minuciosa.

El tronco que se trasforma en diferentes raíces y que a su vez se subdivide en delgados pelos absorbentes, serían la representación de mi esencia, algo así como el resultado de toda esa información que me hace ser quien soy, la raíz  más gruesa representan a los valores que moldean mi vida, las raíces más obscuras, que casi rozan con el fondo de la botella, representan las emociones dolorosas esas donde el corazón se hizo pedazos, entiéndame que no porque hallan dolido carecen de belleza o de importancia, más arriba, los nuevos y delgados filamentos que apenas se perciben, flotando en lo más claro del agua, aquellos que reciben los rayos de luz mañaneros, son todas esas ilusiones y sueños que se alimentan de los nutrientes que nadan en el agua de la vida, misma que se enriquece de todas las demás raíces, algo así como un caldo de cultivo emocional, por últimos seria el exterior, el resultado, la manifestación de la consecuencia, las diferentes ramas lineales que crecen en todas direcciones, con hojas de todos los tamaños y diferentes tonalidades que reflejan abundancia y existencia, eso vendría a ser las manifestación de las ideas, el producto del alimento de aquellas raíces contenidas por un cuerpo físico y el flujo del líquido sagrado, un conjunto místico que nos remonta a los principios de la vida, a las diferentes teorías de la existencia y la realidad.

Así pues, todo esto llegó a mi cabeza gracias a una buena borrachera que disfruté en compañía de los que fueron merecedores del exquisito tequila que contenía mi botella, misma que se convirtió en un feliz ornamento de mi librero, para recordarme como todo es perfecto y que reciclar es buena idea, tanto para el planeta, para mi librero y para mi inspiración. Lo invito, mi apreciado lector a practicar la hidroponía con sus botellas más preciadas y admirar la belleza de esta ancestral práctica, para a su vez hacer la siguiente reflexión: ¿Cómo manifiesto mi vida en la transparencia? Me despido por esta ocasión, su siempre agradecida tapatía anorteñada.

 

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María Arquieta

Tapatía viviendo la experiencia norteña, diseñadora de modas de profesión, amante de las expresiones humanas artísticas, coach ontológico, formándome para ver amor, donde los demás no lo creen posible.