Entre flores de cempasúchil, papel picado de colores, un fuerte olor a incienso, el azúcar de las calaveritas y una brillante luz proveniente de las veladoras puestas en el altar de muertos, llega ella.
Una figura imponente, elegante, digna de ser la representante de una de las fechas más importantes de nuestro país.
Misteriosa y segura de sí misma, vestida con sus mejores y más vistosos ropajes, luciendo un enorme sombrero, llena de flores y vibrantes tonalidades, bebiendo pulque, fumando un cigarrillo y con la apariencia de estar siempre alegre, llega La Catrina a engalanar nuestra querida festividad del 2 de noviembre, Día de Muertos.
“La Catrina” es una figura femenina con más de 100 años de historia, creada por el caricaturista mexicano José Guadalupe Posada, quien originalmente la llamó “La Calavera Garbancera” y suponía una burla a los indígenas que se habían enriquecido y menospreciaban sus orígenes y costumbres. Fue Diego Rivera quien le puso el nombre de La Catrina en relación a quienes se creían más europeos que mexicanos, haciéndola mundialmente famosa gracias al mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”, donde su aparición llamó mucho la atención, pues fue él quien la vistió y engalanó.
“La Huesuda” es el ícono que le da vida, humor, creatividad y chispa a uno de los sucesos más dolorosos por el cual los seres humanos atravesamos: el fallecimiento de un ser querido y el final de la existencia.
Ella, con su presencia, nos recuerda que la muerte es algo inevitable, que tarde o temprano nos llegará a todos, ya que no distingue clase social, edad, ni religión.
También se hace presente para seguir celebrando la vida de nuestros familiares y amigos que ya partieron, rendirles un homenaje por su trayectoria, su camino, por las alegrías, las tristezas y lo compartido. Para atesorar sus anécdotas, sus historias, lo valiosos que fueron, todo lo que nos enseñaron y nos hicieron sentir.
Llega “La Huesuda” como recordatorio para seguir viviendo, para gozar la vida como si fuera una fiesta diaria con dulces, canciones, comida y bebida, siempre con la esperanza de reencontrarnos con todos los que hemos amado.
Gracias, querida Catrina, por toda una vida de ventaja, muy segura de tu victoria; sin embargo, mientras nos prestes vida, seguiremos sonriendo.
“‘La Catrina’ se puede vestir de colores, pues la muerte no debe ser gris, ni triste, y mucho menos inspirar temor; por el contrario, debe ser vista como símbolo de respeto, alegría y como recordatorio de la vida misma” – José Guadalupe Posada.
“La gente solo muere cuando la olvidan, si puedes recordarme, siempre estaré contigo” – Isabel Allende.
“Después de todo la muerte es sinónimo de que hubo vida” – M. Benedeti.