LOS LABERINTOS DE LA VIDA

¿Y si mejor va al psicólogo?

(Segunda de dos)

Saludos mi estimado lector. ¿Disfrutó su semana? Estoy segura de que así fue.

Retomando el tema del viernes pasado, le pregunto: ¿Qué le gustaría tratar en su cita con el psicólogo? ¿Sabe cuáles son los síntomas más comunes cuando existen conflictos emocionales sin resolver? Si no, le mencionare una técnica muy sencilla para identificar su estado emocional predominante.

¿La mayoría de las emociones que experimenta a lo largo del día son agradables o desagradables? Alejándonos del término moralista “bueno y malo”, “correcto e incorrecto”. Es más puntual saber dónde estamos parados, haciendo referencia en términos de felicidad, comprendiendo por felicidad, y no me dejara mentir, se lo atribuimos naturalmente a la risa, a la paz, a la armonía, a todas esas acciones, experiencias o sensaciones que nos hacen corroborar que estamos viviendo un momento “feliz”. Si usted honestamente considera que este es su estado de ánimo y apreciación constante de la vida, ¡felicidades! ¡Usted seguro ya fue al psicólogo!, No quiere decir que en su vida no existen contrariedades, problemas, o emociones desagradables, simplemente usted sabe cómo hacerse responsable de cómo responder a los infortunios.

Usted comprende que es el generador de su propia experiencia y soltó el “control del poder” que alguna vez pensó era suyo.

Se sorprendió cuando se dio cuenta de que el tiempo solo se mide en el reloj y que el pasado es un cúmulo de memorias y no la definición de su presente, entonces se liberó, y decidió vivir por y para la felicidad.

Y si por el contrario, se da cuenta de que la mayoría de sus emociones en el transcurso del día, son desagradables, entiéndase por desagradable, ira, decepción, tristeza, odio, envidia, estrés, ansiedad, le sugiero busque la ayuda de un profesional.

Intentar dar solución a los problemas creados por sus estados emocionales en conflicto, son una bola de nieve que jamás termina de rodar, es como querer levantar la bandera blanca a la mitad de un fuego cruzado, siendo usted la víctima y el victimario.

No me malinterprete, no es un tema de hedonismo y vivir para el placer. Es un tema de evolución, tanto de raza, como de sociedad e individuo, quizá no toda su vida ha sido así, seguro en alguna etapa experimentó más felicidad y es por eso que puede distinguir cuando era feliz y cuando no, porque tiene un punto de referencia para comparar.

Quizá su transformación fue a raíz de un duelo no atendido, entiéndase por duelo, la perdida de algo o alguien deseado, la muerte, relaciones rotas, etapas de transición social no asimiladas (infancia a adolescencia, adolescente a adulto, adulto a adulto mayor) algún objeto material valorado por usted, o quizá algún hecho circunstancial en su pasado le causa dolor, los factores pueden ser muchos, la cuestión es que decida confiar en el profesional y asegurarse de buscar la mejor opción para usted, de las diferentes corrientes de la psicología, hay una que seguro le va muy bien a su personalidad, le pido por favor, no lo eche en saco roto. Este es un asunto de importancia social. Si queremos paz, equilibrio y felicidad, debemos comenzar por nuestro pequeño universo.

Si nos duele el hambre del mundo, la injusticia, el racismo, la discriminación y la violencia en general, la manera de contribuir es cooperando con salud mental, la propia y la de nuestra familia.

Le invito a observar a los niños que conviven a su alrededor y analice sus actitud y emociones. Lo que vea, es resultado de la salud mental de sus padres, y estos a la vez de sus padres, por lo tanto ¿cuándo se romperá la cadena?, espero le hayan sido útiles estas palabras, y se sume a las filas de los que sí creen en los cambios y buscan un bien común.

Me despido por el momento, su siempre agradecida tapatía anorteñada.

PD: En memoria de un inocente, víctima de nosotros la sociedad enferma.

María Arquieta

Tapatía viviendo la experiencia norteña, diseñadora de modas de profesión, amante de las expresiones humanas artísticas, coach ontológico, formándome para ver amor, donde los demás no lo creen posible.