LOS LABERINTOS DE LA VIDA

Hechizada.

Saludos mi querido lector, esta vez vengo a tratar un tema un poco controversial. ¿Recuerda usted aquella serie muy famosa de nombre “Hechizada”, donde la protagonista era una bruja gringa de nombre “Samantha”? Su papel no era tan complicado, representaba la ideología de la mujer perfecta en los años 60.

La mayoría de los episodios tenían lugar en su impecable casa, con su impecable peinado, la trama siempre giraba en torno a los problemas que pudieran surgir a raíz de la molestia del bendito marido, “Darrin”, otro gringo bastante simplón y que claramente era “normal” o sea, no pertenecía al mundo de la magia, el tema más común era la aversión que sentía por su suegra, la gran “Endora”, una mujer sabia, antigua, libre y que su gran pecado era el de amar a su única hija, le voy a confesar que yo fui una “fan destacada” de este popular programa, con mi visión de niña, disfruté de su retransmisión en los 90.

El contexto que envolvía el ambiente de “Hechizada” era simplemente lo que aspiraba  cuando yo estuviera en edad casadera, una hermosa casa, con una cocina reluciente, en la que preparara pasteles y té para agasajar a aquel que fuera a visitarla; un marido exitoso, siempre vestido de traje y que ni un pelo estaba fuera de su engomado copete, cariñoso, atento, y que le daba tiernos besos cuando llegaba o se despedía de su amada esposa;  una madre presente a la que debía poner límites por “metiche”. ¡Ahhh! Cuánto suspiraba y reía con las aventuras de estos tres.

La cuestión es que ahora me topé con unas cuantas temporadas, en una de estas plataformas de películas en línea (de las que “Blockbooster” sigue llorando su arrepentimiento de haber desairado) y con toda la ilusión de reconectar con aquellas carcajadas de adolescente.

Comencé desde el capítulo uno y cuál fue mi sorpresa, que lejos de reír, me descubrí levantando la ceja casi todo el episodio, sorprendida y un poco confundida, caí en cuenta de que mi criterio ya no es el de una niña de 12 años.

Ahora, lograba percibir muy claramente, una manipulación magistral disfrazada de “comedia romántica”. Esto fue lo que vi: una mujer joven “enamorada”, que vive entre la espada y la pared. El conflicto de aceptar su naturaleza como “bruja” surge por el amor a un “mortal”, recuerde usted que el concepto “bruja” ya en sí es reconocido como maligno, tanto que muchas mujeres murieron en la hoguera a causa de este satanizado concepto.

Los constantes reproches y las prohibiciones literales, salen naturalmente de la boca de “Darrin”, que muy autoritariamente con voz alta y tono de molestia le expresa a su amada “Samantha” que “tiene prohibido usar la magia”, y ella agacha la cabeza tiernamente demostrando timidez y culpa, ella promete que no lo hará, cerrando el trato con un lindo beso.

Por su parte “Endora” aparece de la nada, posándose de manera muy elegante en los estantes de la cocina, para expresar su molestia ante el claro “sometimiento” de la hija hacia su mortal, total, todo el enredo gira en torno a puros estereotipos adaptables a una sociedad determinada donde los valores de la mujer y el hombre no estaban muy parejos, y los roles muy definidos con acciones muy de su “genero”.

Yo me pregunto: ¿Qué tan hechizadas estamos?, ¿Cuándo adoptó la sociedad mundial estos patrones de vida? ¿Aún siguen vigentes? ¿Son funcionales para las relaciones amorosas para la mujer y para el hombre?

Yo le pregunto mi apreciado lector ¿Cuáles de sus creencias las forjó resultado del mejor experimento de manipulación social “la televisión”? Con estas reflexiones me despido, pero no me voy. Su siempre agradecida tapatía anorteñada.

 

María Arquieta

Tapatía viviendo la experiencia norteña, diseñadora de modas de profesión, amante de las expresiones humanas artísticas, coach ontológico, formándome para ver amor, donde los demás no lo creen posible.