LOS ECOS EN TU CORAZÓN

Decía C. S. Lewis, el autor de las crónicas de Narnia que «el hecho de que nuestro corazón anhele algo que la tierra no puede darnos es prueba de que el Cielo debe ser nuestro hogar». Y tiene mucha razón: el ser humano está hecho para la eternidad. Ni dinero, ni fama, ni placeres vanos, ni poder son capaces de hacerlo plenamente feliz. Así lo expresa la canción “Esa Chica” de La Oreja de Van Gogh. Búscala y te darás cuenta.

Dice el YouCat (el resumen del Catecismo de la Iglesia Católica para jóvenes) en el número 3: «Para el ser humano es natural buscar a Dios. Todos su afán por la verdad y la felicidad es en definitiva una búsqueda de aquello que lo sostiene absolutamente. El hombre sólo es plenamente él mismo cuando ha encontrado a Dios. “Quién busca la verdad busca a Dios, sea o no consciente de ello” (Santa Edith Stein)». ABSOLUTAMENTE. Así es nuestro corazón: sólo lo absoluto lo puede llenar.

¿Eres tú feliz? ¿Plenamente feliz? O sólo sonríes para la foto. Si no eres feliz, déjame decirte un secretito: es porque no amas. El que ama nunca puede ser infeliz, incluso en medio del sufrimiento. Porque el amor es capaz de darle sentido a ese mismo dolor que experimento. No lo quita, pero sí me ayuda a vivirlo mejor.

Y llega entonces una cuestión lógica: ¿qué hacer para alcanzar este amor? Habría mucho que decir, pero un primer pequeño paso nos lo dicta Santa Teresa de Jesús. Dice: «si no conocemos qué recibimos, no despertamos al amor» (Vida,10,3). Y creo que la gratitud es una de las virtudes claves para amar mejor. Quien agradece reconoce lo que se le regala; quien agradece, es quien reconoce que es amado. Y como no hay mayor felicidad que sentirse amado, no hay nada que exprese mejor el amor que el agradecimiento.

En estas líneas, quisiera invitarnos a que agradezcamos todo lo que hemos recibido en nuestra vida. Hoy, que es domingo y tienes tiempo, puedes mentalmente hacer una lista de lo que tienes. Ve esa lista y dale gracias a Dios. Y no dejes de lado nada: salud, familia, trabajo, cosas espirituales y materiales. Y al enumerar cada una, repítele a Dios en tu corazón: “3sto es porque me amas”. Y después lanzar la pregunta clave: “¿qué voy a hacer yo para corresponder a esto que me has dado?”.

Goethe decía que «el agradecimiento es lo mejor de lo humano». Comparto este pensamiento, pues creo que, mientras más agradecemos, más nos parecemos a Dios, que es gratuidad absoluta.  Él nos creó por puro amor y para que le amemos. Agradezcámosle, pues, en este día por todo lo recibido. Porque la vida es muy fugaz; pasa rapidísimo.

Casi al final de la película “La lista de Schindler”, el protagonista mira un broche de oro que le cuelga de la solapa de su saco y se dice: «pude salvar con este broche a un ser humano más». Nosotros, cada segundo de nuestra vida, es como un broche en el que podemos salvar nuestra existencia-y la de tantos otros- buscando amar más y mejor. Y así nuestro corazón irá latiendo, segundo a segundo, buscando esos ecos de eternidad que le llenen el alma.