“LOLITA”, UNA NOVELA GENIAL Y DESGARRADORA

MARÍA ARQUIETA

Saludos, mi estimado lector. Ya tenía un par de meses sin escribir. No me hacía falta material, más bien fue un asunto de inspiración. Y es que, como le he platicado en anteriores publicaciones, mi fascinación por la literatura clásica es el principal pilar del impulso que me invade en estos ejercicios de escritura.

En esta ocasión, le traigo la reseña de una historia que levantó muchas cejas y repudio de unos cuantos; al mismo tiempo, muchos otros la definieron como una novela de “amor y erotismo”. Allá por los años cincuenta, la temática de “Lolita” no era nada nuevo, ya que el mismo Vladimir Nabokov hace mención de la semejanza de “Lolita” con la famosa “Justine” del Marqués de Sade que, en mi opinión, es mucho más cruda y brutal. La diferencia es que ésta la podemos ver como una ficción, ya que es de la autoría de un “loco” en épocas muy lejanas a nosotros y describe situaciones con las que jamás nos podremos identificar con la abusada “Justine”.

¿Qué pasa entonces con Lolita?, ¿cómo es que hasta se hizo una película aludiendo al amor distorsionado de un cuarentón hacia su hijastra adolescente? Pues bien, la puesta cinematográfica de “Lolita” no tiene nada que ver con la versión original literaria de Vladimir Nabokov, en todo su contexto es una visión muy diferente a lo que el ruso nos quiso exponer en su obra maestra. Lolita, desde el cartel publicitario, nos muestra a una niña precoz, con actitudes eróticas impulsivas y lascivas, intentándonos conquistar con su belleza y sugerente lenguaje corporal; no se diga la actuación de los personajes, es toda una trama donde la víctima es el padrastro y no al revés. Alrededor de esto se fue creando todo un concepto de “Lolita”, refiriéndolo a colegialas voluptuosas sabidas de su importante atractivo para manipular al sexo masculino, cayendo entonces en una visión poco objetiva, absurda y machista. Sí, machista. Le voy a pedir que no pierda la perspectiva de lo que quiero decir por atreverme a denunciar lo que debe ser denunciado.

La “Lolita” de Nabokov es una niña de 12 años la cual, por su mala suerte, porque no puede ser de otra manera cuando se es un niño, cae en las redes de un pedófilo en las tierras de la libertad (Estados Unidos). La niña es manipulada, trastornada, abusada y convertida en objeto del deseo de un psicópata despiadado, que le arranca la inocencia y su sentido de pertenencia al mundo por su personalidad narcisista y ególatra, rasgos típicos de los trastornados mentales. La historia que nos narra el mismo “Humbert”, el protagonista de dicha novela, nos deja ver claramente su necesidad de satisfacción sexual, adjudicándola a algunos deseos reprimidos en su propia adolescencia. Así, de manera directa, nos expone su juicio legal, su versión aberrante y despiadada de los hechos, como si fuéramos los lectores parte del jurado de la corte. 

Nabokov, de manera impecable y magistral, le da vida a un tema que la sociedad censura: la pedofilia es la herida abierta de muchas familias y un secreto tristemente guardado. La vergüenza que ésta genera, tanto en las víctimas como en los testigos silenciosos igualmente culpables, pretende voltear la cara a esta dolorosa problemática; pero sólo hace más grande el escozor de los que cargan en silencio este pesar, que evapora la autoestima y fragmenta la inocencia en pedazos de rencor.

Lo invito, mi estimado lector, a no tenerle miedo a esta lectura. Es necesario abrir los ojos y quitarnos la mordaza de entre los dientes para proteger a los que, sin malicia, abren los brazos; a los que se entregan por la simple razón de confiar en el criterio de los que, se supone, los protegen: los adultos. La niñez en este país sufre, sangra… urge poner acción.

Se despide su siempre agradecida tapatía anorteñada.

María Arquieta

Tapatía viviendo la experiencia norteña, diseñadora de modas de profesión, amante de las expresiones humanas artísticas, coach ontológico, formándome para ver amor, donde los demás no lo creen posible.