Lloras a tus muertos, pero… ¿Cómo tratas a tus vivos?

Lloras a tus muertos, pero… ¿Cómo tratas a tus vivos?

“En este día… honro a todos mis seres queridos que han cruzado el velo de la eternidad” Luz Rodríguez

Es normal y natural que estas fechas nos muevan en tantos sentidos. Las fibras de las ausencias nos remueven el dolor, las heridas se entreabren, y la nostalgia del “querer aquí” a nuestros muertos nos sensibiliza y nos mueve. Y es que hace unos días recibí este mensaje que me hizo reflexionar sobre el si lloramos pero honramos de verdad a quiénes ya se han ido y sobre el cómo vivimos en el aquí y ahora…

“El ser humano es extraño… se pelea con los vivos y lleva flores para los muertos. Lanza a los vivos a la calle y pide un ‘buen lugar para los muertos’. Se aparta de los vivos y se mira desesperado cuando éstos mueren. Queda años sin conversar con un vivo y se disculpa y hace homenajes cuando éste muere”.

“No tiene tiempo para visitar al vivo, más tiene todo el día para ir al velorio del muerto. Critica, habla mal, ofende al vivo, más lo santifica cuando este muere. No le hace caso, no abraza, no se importa con los vivos, más se auto flagela cuando estos mueren. A los ojos ciegos del hombre, el valor del ser humano está en su muerte y no en su vida. ¡Sería bueno que repensáramos esto, en cuanto estamos vivos!” (A. Desconocido).

Pues de qué nos valdrían mil homenajes cuando nuestros seres queridos ya no están, si en vida no hicimos ninguno.

De qué nos valdría pasar todo el día en el velorio, si en vida no nos dimos el tiempo de llamarle, visitarle, procurar, tener detalles con esa persona.

De que nos valdrían mil coronas de flores, si en vida no hemos perdonado a ese ser querido o disculpado de cualquier actitud o circunstancia.

De qué nos valdrían mil lágrimas, si en vida jamás dijimos ese “te quiero”, dimos ese abrazo, expresamos o dimos ese amor en palabras, gestos, y obras.

De qué nos valdrían 24 horas de velación, si en vida no hemos dado calidad de nuestra propia vida a esa persona.

En ocasiones, quedarnos en el reino de los muertos hace que no estemos en la vida.

Como diría Verónica Fuentes, terapeuta, honrar es integrar en el corazón y decirle sí a la vida y a los vivos.

Honro y agradezco todo aquello que llega a mi.

Hoy elijo vivir desde la gratitud total bendiciendo cada pequeña cosa o detalle en mi vida.

Hoy honro a mis muertos y a cada persona de mi sistema, a todos sin exclusión.

Mamá, te veo y te honro. De ti tomo todo con amor. Gracias.

Papá, te veo y te honro. De ti tomo todo con amor. Gracias.

Mamá y papá gracias por la vida, eso es lo más grande, fue suficiente, ya tengo lo que necesito, y lo que no me pudieron dar, de eso me encargo yo ahora.

Ustedes son los grandes y yo la pequeña.

Honro la vida de los que han estado antes que yo… pasándola hacia adentro a través de mis hijos, mis proyectos, mi salud, mi plenitud.

Honra a tus muertos y no dejes olvidados a tus vivos. Tienes el hoy para tener detalles de amor con quiénes amas. Vives pero, ¿Cómo vives? ¿Cómo tratas a los que te quedan? ¿Cómo son tus relaciones y tus actitudes para con los demás? Si tu corazón se ha endurecido, todos se te irán haciendo menos importantes, pero el día que no estén, calarán en lo más profundo de tu alma.

LA AUTORA

Mamá, esposa, terapeuta y coach Internacional por la Escuela Internacional de Coaching en España y en New York University, Certificada en Superar pérdidas emocionales por The Grief Recovery Institute. Experta en Comunicación asertiva.

Marijose César

Mamá, esposa, terapeuta y coach Internacional por la Escuela Internacional de Coaching en España y en New York University, Certificada en Superar pérdidas emocionales por The Grief Recovery Institute. Experta en Comunicación asertiva.