LE SOMM, DE VINOS Y OTRAS PASIONES

La marca fue creada por Eloísa Boardman, quien después de unió con José Luis López para acercar el mundo de las catas a los saltillenses

La marca fue creada por Eloísa Boardman, quien después de unió con José Luis López para acercar el mundo de las catas a los saltillenses

Por: Carolina García

Fotos: Luis Castrejón

El vino es una ciencia, un arte, cultura y experiencia. Así lo definen José Luis López Moeller y Eloísa Beatriz Boardman López, quienes convirtieron su amor por esta bebida –y muchos otros alimentos– en un proyecto que les permitiera acercarse a los saltillenses. Hablamos con ambos durante un atardecer, entre la naturaleza y con un buen vino en las copas.

El inicio de su pasión

José Luis López Moeller

Es licenciado en Negocios Internacionales, pero desde niño le apasionó la gastronomía. Su mayor sueño es abrir un restaurante, una mezcla de la cocina europea y la americana. El vino lo conoció cuando comenzó a trabajar en Il Mercato Gentiloni. “Después tuve la oportunidad de irme a hacer una maestría a San Sebastián, España, en el Basque Culinary Center, en Sumillería y Enomarketing”, cuenta. Entonces, supo que había encontrado su pasión. “Fue cuando entendí cuál era la importancia de un maridaje. Porque esa palabra era un poco rara, olvidada, pero no se entendía bien. Una persona me dijo: ‘prueba esto y tómate esto’ y sentí cómo funcionó dentro de mi boca”.  La vida lo llevó a trabajar en la marca “Monte Xanic”; mas regresó a Saltillo con el objetivo de aproximar a los saltillenses a esta cultura.

La marca fue creada por Eloísa Boardman, quien después de unió con José Luis López para acercar el mundo de las catas a los saltillenses
Eloísa Beatriz Boardman López

Descubrió su pasión después de graduarse como abogada, cuando comenzó a estudiar la carrera de “Arte, Ciencia y Manejo de Vinos y Espirituosos” en el instituto Le Cordon Bleu en París. Durante la estancia, “la escuela nos llevaba a varias visitas y en una de ellas hice una actividad en una terraza con la vista de la ciudad. Ahí caté, hice mis apuntes, todo, y por fin dije: ‘ya entendí, ya sé qué esperar, ya sé cómo hacerlo’. Fue cuando dije ‘me gusta hacer esto’”, recuerda mientras sonríe.

La marca fue creada por Eloísa Boardman, quien después de unió con José Luis López para acercar el mundo de las catas a los saltillenses

Para ambos el vino se aleja de concepciones simples. Se trata de ir más allá de una bebida, un acompañamiento en una cena o un evento importante, es capaz de crear experiencias, cambiar vidas.

“Para mí significa cultura, te obliga a investigar, a conocer y a involucrarte, debes saber tradiciones, cultura, geografía, historia, leyes, hasta del clima, de todo un poquito, para poder entender por qué sabe así, por qué está hecho para tal tipo de cliente, para tal momento o comida. Son demasiados factores”, explica José Luis.

Eloísa lo define como experiencias, “al final recuerdas eso. Cada uno te va a traer una experiencia y crea un momento, ya sea compartido, solo, en un restaurante, en una casa, de viaje, de trabajo”.

El sommelier, una figura enigmática

El sommelier puede ser intimidante. Muchas veces los clientes en los restaurantes no saben qué hacer o se incomodan cuando esta persona se acerca. Pero para José Luis y Eloísa es un actor indispensable para mejorar la experiencia culinaria.

“Es el intermediario para que un vino llegue a la persona indicada, en el momento indicado. Para darte una recomendación se analizan muchos factores, desde con cuántas personas estás, qué estás comiendo. Es todo un arte”, explica Eloísa. Cuando el sommelier logra su función, la experiencia se magnifica y los clientes salen felices. Eso es lo que impulsó a ambos para realizar este proyecto.

Le Somm, una marca en ascenso

Eloísa creó Le Somm hace cinco años y, tras el regreso de José Luis a Saltillo, decidieron trabajar juntos y retomar la marca. Analizaron qué necesidades tenía la ciudad y cómo podían utilizarla para acercar a la gente no sólo al vino, sino también a la gastronomía.

“Nuestro fuerte es el vino fermentado: blanco, tinto, rosado; pero intentamos interesarlos en otros licores o espirituosos. También tenemos una gama más amplia. Dimos una cata de café hace dos meses y estamos preparando una de té. Organizamos una de mezcales la semana pasada y vamos a sacar el próximo mes una de coctelería de ginebra. Obviamente también tenemos preparados proyectos. Deseamos darle un poco de diferenciación y así se interesen un poco más por aprender de todo lo que implica”, dice Eloísa.

“Nos dedicamos a hacer catas, recorridos en viñedos, asesoría en tiendas, hoteles, restaurantes, capacitación de personal en cualquier rubro de servicio. Nos acoplamos a las necesidades del cliente, nosotros llevamos el maridaje con la cena, aconsejamos cuál tomar, podemos dar la cata y atender a los invitados. Pero también damos asesoramiento a personas con cavas privadas en casa y tantas botellas que no saben qué hacer con ellas”, agrega José Luis.

“Te los etiquetamos, te decimos cuándo es el mejor momento para tomártelos y el rango de comidas. También hacemos catas privadas”, añade Eloísa.

Las catas como una invitación a divertirse

¿Qué encontrarán en sus eventos? José Luis sonríe mientras lo explica: “diversión, van a aprender. Nuestra meta principal es que el cliente se vaya con una cosa que digamos y ya estamos bien servidos. Ya después de eso intentamos crearle esa curiosidad, así, ya sin nosotros, más o menos sabrá lo que hace.

No debe ser muy monótono, cada vez es diferente. Nosotros no hemos dado, y no daremos, una cata igual. Siempre nos vamos a adaptar al lugar, a los clientes, al ritmo. Podemos hacerla de cualquier cosa: de aceites, de vinagres balsámicos, de quesos. A ti te puede gustar uno muy suave, pero te puedo dar otro más fuerte y con la explicación te va a gustar el más fuerte pues está mejor hecho y explicado. Tratamos de hablar poesía con los alimentos”.

Eloísa agrega: encontrarán “experiencias diferentes, es lo que estamos intentando transmitir; no la típica cata. Cuando llegues, no sabrás qué te espera. Estamos trabajando por que aprendan, pero nada estricto. Al final nosotros también estudiamos para cada evento, no lo sabemos a la perfección. El punto es aprender todos juntos”.

Invitar a los saltillenses a las catas ha sido un reto para ambos, pues se enfrentan al desconocimiento. Esto genera miedo en las personas; no quieren participar pues ese mundo es “muy elevado”, “elegante”, “difícil de comprender” o “no les gusta esa bebida”. Sin embargo, ambos siguen intentando.

“Si vamos a tener tres comidas al día durante el resto de nuestras vidas, las haremos bien; para que prenda tu creatividad, tus sentidos. Un licor o un alimento puede sacar tantas notas, aromas y puede saber tan rico. Eso no tiene precio”, dice José Luis.

“Es nuestra pasión y, naturalmente, la quieres compartir con la gente, que entienda y se envuelva en lo que tú estás sintiendo. El vino es recreativo y cuando sales a cenar o a comer o a celebrar algo especial tomas alcohol. Ahora en México, en Saltillo principalmente, te enfrentas al ‘no me gusta’ y eso es todo. No te dan ni siquiera la oportunidad de entrar. Estamos intentando con diversos alcoholes para enseñar su porqué y su trabajo detrás”, agrega Eloísa.

Por eso, en las catas primará la diversión y un ambiente de aprendizaje que les abrirá los ojos a nuevas experiencias. Esto les ha traído satisfacciones y anécdotas, tanto a nivel personal como en lo profesional. Al recordarlas, ambos saben que vale la pena el esfuerzo y las horas de trabajo invertidas.

“La satisfacción es ver a tus familiares orgullosos en los eventos. Estás haciendo lo que te encanta y a la vez estamos enseñando algo bonito y divertido”, cuenta José Luis.

“Para mí, la mejor experiencia es platicar con las personas después de las catas y verlos felices. En la última de mezcal, tenía varios amigos que fueron por ir con nosotros, ni les gustaba esa bebida, pero terminaron probando todas las variedades y me dijeron: ‘yo no sabía que este tipo sí me gusta’. Yo amo cuando ocurre eso. Tal vez mañana van a probar un alimento nuevo”, opina Eloísa.

La marca fue creada por Eloísa Boardman, quien después de unió con José Luis López para acercar el mundo de las catas a los saltillenses

Nuevos caminos en el horizonte

El proyecto no permanece estático, se transforma como sus creadores. Ambos intentan formar una tradición. “También deseamos revivir lugares aquí en Saltillo y hacer catas en sitios diferentes. Estamos ya platicando con el Museo del Desierto para reactivarlas ahí, para hacer como otra experiencia, que no nada más vayas a una y aprendas, sino agregarle otro tema y poder dar al cliente doble experiencia. En el museo intentaremos combinarlo con los dinosaurios. Alguna vez vamos a trabajar con la astrología”, cuenta José Luis.

“Tenemos varias ideas con las áreas del museo y con diferentes restaurantes hay varios planes. Ahora las catas mensuales las hacemos en Capital SLW, pero en Casa Alameda habrá otros eventos. Traemos ideas para activar lugares dentro de Saltillo, luego dicen que no hay nada qué hacer. Pues no, no es así. Existen muchos lugares y muchas personas para darle un plus a la ciudad.

También tendremos proyectos de enoturismo y de sacar nuestro vino. No se trata sólo de las catas, sino de darte tours por viñedos en Coahuila. Son algunos de los objetivos a largo y mediano plazo”, explica Eloísa.

¿Cómo encontrar el mejor vino?

El mejor es el que te guste a ti. No hay uno específico para cada cosa. Son infinidad de variedades, de bodegas, de marcas, de procesos de elaboración. Cuando eres niño te dicen ‘prueba de todo’, sino te gusta, pues no lo sigues tomando. Es lo mismo”, explica José Luis.

“Mi consejo es que no se casen con uno solo porque fue el que probaron una vez y les gustó. Cada día sacan nuevos, las bodegas trabajan en ellos y cada uno es diferente entre sí y con respecto al año anterior. Entonces hay un infinidad por probar, por eso yo no recomendaría cerrarse”, añade Eloísa.

Así, el vino se transformó en un camino, en una meta y en una pasión. Esto les llevó a enfrentar retos y les dejó experiencias y aprendizajes que esperan compartir con el resto de la ciudad.

“Hagan lo que les gusta. Los dos tenemos carreras muy diferentes y al final la vida nos llevó a algo poco común en México, mucho más en Saltillo. Nos gusta hacer esto y al final eso nos está llenando en este momento”, dice Eloísa muy segura. José Luis está de acuerdo y lo expresa con una frase corta y poderosa: “la felicidad primero que nada”.

Actualmente, Le Somm está presente en Instagram: somm.le y pronto tendrá su sitio web.

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Carolina García

Nació en Saltillo, Coahuila en 1995. Ama la lectura y narrar historias. Es licenciada en comunicación por la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Coahuila. Participó en las antologías de cuento: “Imaginaria” (2015), “Los nombres del mundo: Nuevos narradores saltillenses” (2016) y “Mínima: Antología de microficción” (2018).