LAS ANORMALES

POR PENILEY RAMÍREZ

Las mujeres bien portadas rara vez hacen historia.

Esta frase definió mi 2022. Primero, la leí en una revista. Luego la encontré en una calcomanía que vendían en un museo. Compré una y la pegué en mi computadora.

Como soy periodista, convierto casi todo lo que me preocupa en preguntas que debo investigar. Me pregunto a qué otra fuente debo buscar para una historia, qué otra frase sirve para contar algo, cómo se relaciona una persona con otra, o unas empresas.

Aunque no es sano, llevo esa manía a mi vida personal. Cuando algo me interesa, lo trato con la misma obsesión con la que investigo mis historias.

La obsesión ese año fue la pregunta ¿qué es una mujer normal?

Varios libros me ayudaron. “Noches azules”, de Joan Didion, cuenta cómo ella elige su maternidad con una hija que adopta y cría mientras trabaja como periodista y se convierte en una de las mejores escritoras de su generación.

Luego leí “Apegos feroces”. Vivian Gornick se atreve a escribir la relación bella y tóxica que tuvo con su madre, y cómo su vida de mujer divorciada y su amistad con una viuda contrastan con la abnegación que marcó la relación de sus padres.

En “Los hombres me explican cosas”, Rebecca Solnit incluye más referencias a cómo las mujeres opinan y crean en ambientes masculinos que dictan qué es lo correcto o “normal”. Cita a otras mujeres que se desmarcaron de la norma, como Susan Sontag o Virginia Woolf.

El libro que más me sorprendió ese año fue “Los amnésicos”, de Geraldine Schwarz. Esta periodista franco-germana escribe sobre el pasado de sus abuelos en la Alemania nazi e investiga, a partir de ellos, cómo millones de personas fueron cómplices ante el genocidio de judíos en Europa durante la Segunda Guerra Mundial.

Todas ellas infringieron la norma no escrita de que una mujer no investiga el pasado oscuro de su familia, ni exhibe su intimidad.

La Real Academia Española dice que algo anormal es una cosa “infrecuente”, que “accidentalmente se halla fuera de su natural estado o de las condiciones que le son inherentes”, o “una persona cuyo desarrollo físico o intelectual es inferior al que corresponde a su edad”.

Las mujeres no son infrecuentes, no son “accidentalmente” humanas, ni la mayoría tienen un desarrollo menor al de su edad; pero, aún hoy, una mujer hace historia cuando escapa de la norma.

Así pasó con Elena González, la protagonista de la primera investigación de Futuro Investigates, el equipo que dirijo. Ella quería saber si su madre la abandonó y cruzó el desierto de Arizona para averiguarlo. O como Antonia Ramírez, quien decidió cambiar los “usos y costumbres” en su pueblo en Oaxaca, que dictaba que las mujeres no podían votar en plena tercera década del siglo XXI. También fueron anormales ese año las mujeres en Irán que arriesgaron sus vidas y lograron que se eliminara la policía de la moral.

Hace unos meses, María Hinojosa me ofreció dirigir la unidad investigativa que fundó. María llegó a varias redacciones como la primera mujer no blanca y ahora tiene un premio Pulitzer. Cuando no le dieron el trabajo que soñaba, creó Futuro Media, un espacio para que ella y otras mujeres hicieran el periodismo en el que cree. Después del ofrecimiento, demoré varios días en decidirme. Me preguntó por qué dudaba. No sé si podré hacerlo, dije. Podrás, contestó.

Mi anormalidad me ha permitido cuestionarme mi papel como madre, esposa, hija, periodista. Me he preguntado si cuando pienso que algo es anormal es porque aún es “infrecuente”. La respuesta casi siempre es que falta tiempo, faltan otras que se porten mal.

Escribo historias de mujeres con poder, tratándolas con la misma vara de historias sobre hombres. Asumo que el “estado natural” de las mujeres que investigo es tener y usar el poder, para bien y para mal.

Hace unos meses, compré más copias de la calcomanía de las mujeres mal portadas. Se las regalé a reporteras con quienes trabajo. Sé que en mi contexto, mi anormalidad es un privilegio. Asumirla me permite ayudar a otras a desafiar las reglas. De una en una, cada día somos más las anormales.

Periodista de investigación. Productora ejecutiva de Futuro Investigates y Futuro Media. Columnista de Reforma. Cubana y mexicana.

Carlos Ruiz

Jefe de información en Saltillo360.