La raíz de todos los males

La ambición es sana, pero cuando hay un deseo desmedido por hacerse de dinero es muy probable que el asunto termine mal

Es muy triste enterarnos que una familia, antes unida y ejemplar, se viene abajo por la ambición enferma de sus miembros. Lo vemos en todas las clases sociales, tanto en las muy ricas con en aquellas que solo tienen lo elemental. Tras la muerte de los padres, los hijos se enemistan uno contra el otro con el propósito de dar la mordida grande y voraz al patrimonio familiar. Poco importa que los  hermanos se queden en la calle.

En ocasiones, el pleito es tan sonado que hasta sale en medios de comunicación o en videos que se vuelven virales. Otras veces la disputa es más discreta, pero con lesiones igual de dolorosas. Ocasiona rupturas silenciosas que se prolongan durante años y lastiman para siempre las relaciones familiares. Así, las familias antes unidas terminan siendo un grupo de extraños que se aborrecen, se envidian y llevan el cálculo de los ceros que engordan las cuentas de los otros. Ya lo señala Timoteo 6:10 “La raíz de todos los males es el amor al dinero”.

En el momento en que confundimos las prioridades, o que no sentimos ningún remordimiento al pasar por encima de los demás, en ese instante en que se nos olvidó la vergüenza y no nos acordamos del amor por nuestros hermanos, todo por ganar unos pesos de más, ahí, empiezan los problemas.

Es cierto que algunas herencias no son equitativas para todos los hermanos. También es cierto que algunos padres no tienen la precaución de dejar sus bienes ordenados antes de morir. Pero lo cierto, es que el deseo retorcido por hacerse de dinero a toda costa es causa de gran pesar.

El ejemplo de las familias es solo uno. Pero esta misma animadversión la encontramos dentro del sistema, en las empresas, entre políticos e instituciones. Cuando alguien quiere ganar más dinero, por lo regular sin querer hacer ningún esfuerzo, anticipamos problemas atropellando la ética.

No estoy en contra de la ambición, de querer hacerse de un capital o de disfrutar los lujos que otorga el dinero. Pero es importante tener muy claro que este es solo un medio, y no un fin. Tengamos claras nuestras metas económicas, valores y fuertes nuestros lazos familiares. Podemos darle el justo valor al dinero y, desde luego, valorar que las relaciones con quienes amamos no tienen ningún precio.

Twitter: @claravillarreal

Clara Villarreal

Consultora de imagen personal, etiqueta empresarial y protocolo Institucional y organizacional.