LA HERIDA DEL MUNDO SE CURA CON AMOR

NAYELI PEREZNEGRÓN

El mundo entero está herido y separado por ideologías, por izquierdas  y derechas, por ricos y pobres, por gobernantes y gobernados, por católicos y protestantes.

Constantemente veo en mis redes a muchísima gente opinando sobre temas de los cuales no tienen experiencia, para los que no están formados, y eso confunde a personas desinformadas, desinformándolas aún más.

De cuántos temas actuales mantengo una postura basada en mi religión, en mis vivencias, en el entorno que Dios me regaló, reconociendo que al que piensa diferente que yo, le regaló otro entorno: vivió un mundo diferente, tiene heridas que yo no he tenido y esa persona no entiende mis heridas. Pero al final, sí tenemos algo en común: las heridas.

A veces parece que todos peleamos, todos señalamos, cada grupo defiende su verdad, porque no a todos se nos ha regalado la verdad verdadera.

¿De qué nos estamos olvidando al discutir o argumentar?

Me parece que del amor.

Pocas veces observo a personas conocedoras contestar desde el amor y es que creo que, a veces, el conocimiento puede nublar al corazón, olvidando por completo la humildad y que la otra persona es una persona como yo, con sus razones, sus verdades, sus heridas y sus sentimientos. Creo que hoy en día somos una sociedad egocéntrica, el ego destruye y la humildad construye. Una persona con ego aleja a muchos que están a su alrededor. Construyamos y practiquemos en nuestra vida la humildad, así descubriremos lo maravilloso que es equivocarse, ser humano y aprender con el corazón abierto a escuchar y dialogar. Aprender, nunca nos olvidemos que a eso venimos y que el aprendizaje nunca acaba. Jamás pensemos que tenemos la respuesta de todo, estemos abiertos a cambiar de opinión ante el diálogo profundo. Recordemos que no somos Dios y que él solo nos juzgaría desde su inmenso amor.

Tengo la fortuna de rodearme de personas muy conocedoras y, al yo no saber nada, voy dejando que mucha de la información que me comparten entre en mi corazón, para después darle forma en mi cabeza. Una de esas personas es mi profesora de maestría, Emilce Cuda, una doctora en teología que nos habla muchísimo del valor del cuerpo humano. Pareciera que hemos olvidado lo maravilloso que es el cuerpo, el ser humano, que es quien tiene siempre prioridad, más que cualquier otro ser vivo, y es contra quien más peleamos.

Otro de mis grandes maestros es el papa Francisco, al poder convivir muy de cerca con sus enseñanzas en “La Economía de San Francisco”, ya con más de un año sirviendo pero, sobre todo, aprendiendo. En este llamado, somos muchos jóvenes  de todas las religiones compartiendo ideas, no solo católicos. Es más, el presentador de nuestro evento en noviembre fue un musulmán y me conmovió profundamente verlo emocionado hasta las lágrimas cuando le preguntaron cuál había sido su experiencia al participar en un evento convocado por un papa católico. Un hombre bueno, educado diferente, de otro país, otra cultura, otra religión, conmovido y ayudando a un Papa católico. (Para mí, eso es ver actuar a Dios).

¿Qué hizo el Papa en este evento en particular?

Convocar a todos, predicar con el ejemplo del amor y la caridad al no discriminar, dialogar pero desde el amor, y creo que eso se nos ha estado olvidando.  Si realmente quieres llegarle a una persona, que sea a través del corazón, la mente razonará después. De la razón se crean los idiomas, esos que nos separan. El amor es el lenguaje universal, comencemos por hablar ese lenguaje para después explicar el idioma.

Volvamos a creer en nuestra raza humana. A veces pareciera que el hombre ha dejado de creer en el mismo hombre priorizando más la ciencia, “lo comprobable”, siendo esto una ironía, ya que se olvida de que la ciencia la descubre el mismo hombre en quien dejó de creer. Creo que nos hemos equivocado en el orden de las prioridades.

Mañana llega febrero, el mes del amor, a un mundo muy herido, tanto por lo que anteriormente escribo, como por una pandemia. Este mes no debemos celebrar el amor, ya que estamos nuevamente en semáforo rojo;  pero tenemos la oportunidad de vivirlo y predicarlo con actos. Que no tengamos que volver a presenciar el no poder dar un abrazo, el no poder expresar el amor… que esta pandemia nos enseñe a valorar cuánto necesita el ser humano vivir en comunidad. Si lo de nosotros fuera el aislamiento, no habría tanta gente afuera de sus casas en estos momentos.

El amor es un sentimiento, se siente, y aunque se trate de explicar y describir con palabras, jamás podrá expresarse en su totalidad. Hay que sentirlo, vivirlo y después transmitirlo. Que aquél que no ha vivido en el amor vea en nosotros algo distinto, algo que lo haga querer sentirlo también. Las palabras ayudan, pero el ejemplo arrastra. Curemos al mundo con el verdadero amor.

nayelipereznegron

Presidenta y fundadora de la Fundación Luchando Por Ángeles Pequeños (LPAP).