La fina ruptura del protocolo

Beatriz Gutiérrez Müller desde la óptica de la imagen y el protocolo.

 

Como experta en imagen y protocolo uno de los aspectos que más disfruto de mi profesión es que me permite conservar la capacidad de asombro. Particularmente, en nuestro país siempre están sucediendo cosas que nos quitan el aliento unos segundos en lo que procesamos lo que recién acabamos de testificar.

Por mi línea de trabajo estoy atenta a las reglas políticas, sociales y de etiqueta que conforman el protocolo y aunque por lo general me gusta ser fiel a sus lineamientos debo reconocer que recientemente quedé sorprendida por una ruptura fascinante y exquisita de un protocolo político histórico. Me refiero al rechazo de Beatriz Gutiérrez Müller a asumir la posición de “Primera Dama”.

Me sorprende la acción pero al mismo tiempo no, porque me parece totalmente congruente con el perfil de Beatriz y con el semblante de muchas mujeres pujantes en el ámbito empresarial.

Con un doctorado en Teoría Literaria, varios libros publicados, como “Larga vida al sol”, “Viejo siglo nuevo: Un país sumido en la miseria y la desigualdad” y “Dos revolucionarios a la sombra de Madero”; una trayectoria sólida como periodista y académica de letras, así como numerosas investigaciones en historia, Beatriz es la esposa de un presidente de México con más estudios en la historia del país.

Tiene suficiente capacidad y aplomo para crecer por sí misma, a pleno sol, por eso nos damos cuenta de que el cargo de Primera Dama (que se construye a través de la sombra del marido), realmente no le queda o, si somos justos, es una silla que le queda muy chica. Sin duda, con las pocas declaraciones que le hemos escuchado, descubrimos que es dueña de una profunda sensibilidad y capacidad de análisis. De ahí que, en un mitin de Veracruz dijera que no quiere que le llamen “Primera Dama” porque considera que no hay mujeres de primera ni de segunda.

Su postura moderna y sensible ha ganado la simpatía de miles de mexicanas que la admiran porque por fin se sienten representadas por una mujer preparada, inteligente y audaz que no tiene la imagen de una actriz recién salida de la telenovela de horario estelar.

Su fina ruptura del protocolo nos deja claro que se deslinda del rol de mujer como ama de casa y de una Primera Dama que es la Primera Ama de Casa que cuida este gran hogar llamado México y que está al pendiente de niños, ancianos y enfermos. México no es una casa, más bien funciona como una empresa.

Me atrevo a decir que el actuar de Beatriz por los próximos seis años dejará un precedente positivo en esta administración e incluso que esto pueda ser un detonante para que algún día tengamos una mujer presidente.

Por otra parte, su imagen comprende mucho más que verse bien. De acuerdo con mi metodología, una imagen agradable, positiva y adecuada es el resultado de una perfecta congruencia, que aterrizo por medio de cuatro factores: lo que pensamos, lo que decimos, cómo actuamos y cómo nos vestimos.

En mi análisis, Beatriz Gutiérrez Müller es una mujer congruente con su imagen. Al ser doctora y catedrática requiere ser conservadora al hablar, actuar y vestir. En estos factores ella ha logrado ser congruente, así como en todas sus acciones. Su esencia está alineada a lo que proyecta.

Creo que por primera vez, vamos a poder relajarnos y no estar preocupados por que nos pueda meter en una contrariedad diplomática, como ha sucedido con otras Primeras Damas.

Sin importar cual sea el resultado final de su participación quisiera que el ejemplo de Beatriz inspire a todas las mujeres a que rompan los esquemas de ama de casa y que no tengan miedo de descubrir nuevos caminos para forjar nuevos éxitos y, al mismo tiempo, abrir brecha a las mujeres que van detrás nuestro.

Yo voto por más Beatrices en la política, las empresas y en la sociedad.

Clara Villarreal

Consultora de imagen personal, etiqueta empresarial y protocolo Institucional y organizacional.