LA COMIDA DE UN MONSTRUO

Varios lectores atentos como usted el cual hoy atiende estas letras, me han pedido que siga la saga de la comida, lo que comía el monstruo, el engendro, el diablo, la criatura (así lo describe en su novela Mary W. Shelley) creada por el Dr. Víctor Frankenstein, sueco de nacimiento, en el texto. Hollywood ya luego nos moldeó con aquello de que dicha criatura compuesta por retazos de cadáveres del panteón cercano, se llama Frankenstein. Pues no, el monstruo, la criatura jamás tiene nombre en la novela. Se le endosó el apellido del doctor, su creador, pero en fin, por eso siempre hay que ir a las fuentes originales. Ya no robo más espacio y le transcribo rápidamente de las citas sobre comida y bebida de “Frankenstein o El moderno Prometeo.” 

“Ávidamente devoré los restos del desayuno del pastor (el cual había huido al ver a semejante criatura): pan, queso, leche y vino, pero éste último no me gustó.” 

“Afortunadamente tenía comida para ese día (le cuenta el engendro a su padre, el Dr. Frankenstein, en una cara a cara), pues había robado una hogaza y una taza, que me servía mejor que las manos para beber el agua cristalina que corría cerca de mi refugio.”

“Al poco rato regresó el chico llevando un haz de leña al hombro. La joven lo recibió en la puerta y lo ayudó con el fardo, del cual escogió algunas ramas que echó al fuego. Luego se fueron los dos a una esquina de la habitación, y el le mostró un gran pan y un trozo de queso. Ella pareció alegrarse, y salió del jardín en busca de plantas y raíces, las metió en gua y después al fuego.”

“Sin embargo, a base de grandes esfuerzos, y cuando ya había pasado en mi cobertizo varias lunas, aprendí el nombre de algunos de los objetos más familiares como fuego, leche, pan y leña. También aprendí los nombres de mi vecinos.”

Cuando el engendro confronta a su creador (las anteriores citas son precisamente de ese encuentro, donde la criatura le cuenta de sus andanzas hasta encontrarlo y ya luego, perseguirle hasta matar a su familia casi completa. Todos por ahorcamiento), al Dr. Frankenstein, y le exige una mujer tan fea como él como compañera y ante la reprobación y brutalidad del hombre en su contra, condenándole a una soledad avasallante, le dice de su dieta y de su posición de vida: “Si accedes, ni tú ni ningún otro ser humano nos volverá a ver. Me iré a las enromes llanuras de Sudamérica. Mi alimento no es el mismo que el del hombre; yo no destruyo al cordero o al cabritillo para saciar mi hambre; las bayas y las bellotas son suficiente alimento para mí, mi compañera será idéntica a mí y sabrá contentarse con mi misma suerte…” El engendro creado por el Dr. Frankenstein era vegetariano y abstemio. Más humano que los seres humanos… 

 

Jesus R. Cedillo

Escritor y periodista saltillense. Ha publicado en los principales diarios y revistas de México. Ganador de siete premios de periodismo cultural de la UAdeC en diversos géneros periodísticos.