LA ATORMENTADA COCINA… INGLESA (FINAL)

JESÚS R. CEDILLO

Si tomamos como un ejemplo de la cocina inglesa su lado literario, las referencias a esta en la obra de una de sus autoras más emblemáticas, queridas y respetadas, Jane Austen (1775-1817), pues sí, se cumple aquello de que la cocina inglesa es seca, parda y sin imaginación. Casi al igual que su clima. Voy a transcribirle rápidamente algunas de las citas y comidas deletreadas en la novela más leída y emblemática de Austen: “Orgullo y prejuicio”. Saque usted mismo sus conclusiones.

“Sin embargo, volvieron a su cuarto con ternura renovada al salir del comedor y se quedaron sentadas a su lado hasta que las llamaron para tomar café…”

“…el señor Collins dedicó las mañanas a darle paseos en su coche abierto y enseñarle la comarca, pero cuando se marchó, toda la familia volvió a sus ocupaciones habituales, y Elizabeth vio con agrado que el cambio no las obligaba a ver más a su primo, pues este pasaba ahora la mayor parte del tiempo entre el desayuno y la comida trabajando en el jardín…”

“¿Cenó Charlotte con ustedes? No; quiso volverse a su casa. Me parece que hacía falta para ayudar a preparar unos pasteles de carne”.

“La novedad siguiente que se produjo en el transcurso de su visita fue la entrada de los criados con carnes frías, bollos y frutas variadas…”

“Después de dar la bienvenida a sus hermanas, exhibieron con aire triunfal la mesa en la que había comida fría de la que se suele poder encontrar en la despensa de las posadas…”

“Lo interrumpió la llamada a comer, y las muchachas se sonrieron unas a otras”.

“… pero el señor Wickham los superaba tanto a todos en figura, semblante, porte y prestancia, como ellos superaban al tío Philips, carirredondo y envarado y con olor a vino de Oporto en el aliento, quien entró tras ellos en la sala”.

“… era un hombre indolente que solo vivía para comer, beber y jugar a los naipes y que, cuando descubrió que Elizabeth prefería un plato sencillo a un ragú, se quedó sin nada qué decirle”.

“Al cabo, no obstante, a la señora Bennet no le quedó más que decir, y dejó a Lady Lucas, quien llevaba mucho rato bostezando por oír repetir unos deleites que ella no veía con muchas posibilidades de compartir, para que se encontrara consuelo en el jamón y el pollo frío…”

Y sí, así podríamos seguir casi interminablemente. Se lo repito: siempre es almuerzo o comida fría. Pedazos de témpano seco y muerto en la tabla inglesa. Recuerdo que solo una vez hay una comida o cena caliente. Todo transcurre como es el clima en Inglaterra: ajado, gris, la bruma como telón de fondo y los alimentos como barcas perdidas en la mar. Lea lo siguiente, que pone los pelos de punta: “Después de dar la bienvenida a sus hermanas, exhibieron con aire triunfal la mesa en la que había comida fría de la que se suele poder encontrar en la despensa de las posadas, y exclamaron: ¿Verdad que está muy rico? ¿Verdad que es una sorpresa agradable?…”

Comida fría para almorzar. Comida fría para comer. Comida fría para cenar. Así las cosas. Regresaremos luego al tema con otros autores ingleses. Pues sí, con el gran Charles Dickens.

Jesus R. Cedillo

Escritor y periodista saltillense. Ha publicado en los principales diarios y revistas de México. Ganador de siete premios de periodismo cultural de la UAdeC en diversos géneros periodísticos.