JESÚS R. CEDILLO: VIRGINIA WOOLF, ALIMENTOS PARA HOMBRES Y MUJERES

Por estos días de Dios en la tierra leo (y releo lo poco que había leído en su momento, es decir, casi una desconocida para mí en honor a la verdad) una gran parte de la obra de la narradora y ensayista inglesa Virginia Woolf (1882-1941). Lo hago con miras primero a subsanar tan grave error de mis lecturas, y dos, para pergeñar un ensayo de más largo aliento donde abordaré algunas aristas las cuales me interesan: gastronomía, tristeza y melancolía, eso llamado hoy “equidad de género”, oportunidad a las mujeres y un largo
etcétera que su obra nos advierte y nos facilita. Sólo había leído de ella dos o tres cosas. Su texto señero de ensayo, “Una habitación propia”; una novela corta, “Al faro” y leída sin leerla, “Orlando.” He comprado otros textos, aunque aún ando a la caza de sus biografías que se han multiplicado y no se diga su correspondencia y artículos y ensayos sueltos que ya luego y debido a su fama, se han venido compilando y editando, a lo largo de años.
Me platican que hay una película digamos, reciente, donde aparece como un lo que es, la
gran Woolf. Y lo confieso, no he visto dicha cinta. Aquí aparece mi novia, la musa de infarto, Nicole Kidman y con esta actuación fue merecedora de un premio Oscar. La película debe de ser “Las olas” de 2002. Nada actualizado ando, pero en fin, como ya no voy al cine desde hace lustros, me perdí esta cinta la cual prometo comprar y verla en mi residencia. Pero, entrando en materia: buscando materiales de la Woolf o sobre ella y su entorno (su hermana Vanessa Bell, su esposo Leonard y aquel grupo de pensadores, artistas e intelectuales que se amontonaba en su casa, el de la tertulia de “Bloomsbury”), di con una novela, “Las hermanas Woolf” de Susan Sellers, una profesora de literatura de la Universidad St. Andrew’s de Escocia. La novela se lee sin esfuerzo. De hecho, no me
gustó en lo más mínimo, pero la terminé para completar los materiales leídos sobre el motivo de mis afanes actuales. Lo novedoso, digamos de esta novela, es que está contada a través de los ojos y lengua de la hermana de Virginia, Vanessa Bell. Criadas con el afán de que fueran una verdaderas y reales ladys, éstas apostaron por otros caminos y derroteros no aptos para ellas en ese entonces: Virginia, escritora; Vanessa, pintora.

“El camarero aparece y deposita una cesta de pan y un frasco de vino tinto sobre nuestra mesa. Clive nos ha estado entreteniendo con un relato sobre sus intentos de consultar…

Parece tema de comedia, de telenovela mexicana pero fueron hermanas, amigas y rivales. Se amaban y detestaban por igual. Compartieron amantes y Virginia, atosigada desde los trece años por los demonios de la depresión, la tristeza y melancolía, terminó por suicidarse en las aguas de un río el 28 de marzo de 1941. Ya me desvié, puf. La novela da cuenta de las reuniones que tenían la familia, amigos y parientes de Bell y Woolf y hay salpicaduras de sus menús los cuales disfrutaban en el tráfago de la vida. Cuenta la voz de Vanessa: “El camarero aparece y deposita una cesta de pan y un frasco de vino tinto sobre nuestra mesa. Clive, que nos ha estado entreteniendo con un relato sobre sus intentos de consultar un archivo del gobierno, deja de hablar y coge un trozo de pan… Pedimos más vino. El camarero retira los platos y nos pone delante pescado a la brasa; sus pieles destellan a causa del zumo de limón y el aceite…” Regresaré con una segunda parte puntillosa.

Jesus R. Cedillo

Escritor y periodista saltillense. Ha publicado en los principales diarios y revistas de México. Ganador de siete premios de periodismo cultural de la UAdeC en diversos géneros periodísticos.