JESÚS R. CEDILLO: LA COMIDA DE UN PRINCIPE

Autor de un solo libro (aunque ya póstumamente se recopilaron algunos cuentos que había escrito y jamás publicado), Guiseppe Tomasi Di Lampedusa es autor de una novela perfecta: “El Gatopardo”. Texto el cual fue rechazado en su momento por dos famosas editoriales italianas: Mondadori y Einaudi. De hecho, cuando murió Lampedusa, a los 60 años (1957), no vio su texto publicado ni alcanzó a revisar las galeradas del mismo. 16 meses después se publicaría su texto, que hoy forma parte de la historia de la literatura y de la humanidad. 

Y es que sucede con Lampedusa, como con otros escritores, lo que aquí le he comentado: son Autores Totales. Así, con mayúsculas. Sí, son los autores que traen la verdad en su palabra. Autores (en su obra vasta o parca) a los cuales si usted lee y les “pregunta algo”, ellos responden en sus letras. No, no exagero. Es lo que pasa con autores de la talla de Gabriel García Márquez, Tomás Eloy Martínez, Miguel de Cervantes, Charles Dickens, Honore de Balzac, Victor L. Frankl, Vicente Huidobro, Walt Whitman, James Joyce, Paul Valéry, Emily Dickinson, Arthur Rimbaud; claro, nuestro Juan Rulfo; parte de Carlos Fuentes… 

¿Lista abigarrada y al azar? Sin duda. Como es el mundo: fragmentos de un todo siempre en formación. Ya me estoy acabando el espacio (como acostumbro, pues), pero a vuela pluma hoy y luego se lo puntualizo, voy a probar mi tirada de naipes con varios autores. Es decir, y como ejemplo de hoy en este díptico que le ofrezco, vamos a leer a Lampedusa en tono gastronómico. 

Vayamos al grano, ¿qué come, qué apetece, qué le gusta o disgusta de alimentos y bebidas a un Príncipe de Sicilia como el aquí retratado: don Fabrizio, Príncipe de Salina? Van rápidamente dos o tres fragmentos. La prosa poética de Lampedusa es de arrebato. Lea (casi es ver, caray) primero el ornamento de aquello: las vajillas, las arañas (candelabros), lámparas de Murano, los relieves, los tapices, los cuadros, el servicio… luego llegarán los platillos. Un manjar

“La cena en casa de los Salina se servía con el esplendor desportillado que por entonces distinguía al Reino de las dos Sicilias… (La mesa) cubierta de un finísimo mantel remendado, resplandecía bajo la luz una potente carsella que colgaba precariamente de la ninfa, la araña de Murano… La vajilla de plata era magnífica y espléndidas las copas de Bohemia entre cuyas facetas destacaba un medallón liso con el monograma F.D. (Ferdinandus Dedit)… el Príncipe servía personalmente la sopa, grata tarea que simbolizaba los deberes nutricios del pater familias”.

Dejamos para un par de textos más el detalle de la comida, la cena, los alimentos y animales que cazaban: timbal de macarrones, liebres, becadas, “babélicos pasteles”, las recurrentes bebidas de “chablis”, langostas escaldadas vivas, ternera, lubina, gallinetas deshuesadas, pan frito, torres de dulces que pocas veces se probaban y hace su aparición un manjar único: “gelatina de ron”.

Jesus R. Cedillo

Escritor y periodista saltillense. Ha publicado en los principales diarios y revistas de México. Ganador de siete premios de periodismo cultural de la UAdeC en diversos géneros periodísticos.