INTERCAMBIO INTERNACIONAL: UNA OPORTUNIDAD PARA CRECER Y APRENDER

Dos estudiantes del Tecnológico de Monterrey conocieron nuevas culturas al irse de intercambio a Canadá y Suecia.

Dos estudiantes del Tecnológico de Monterrey conocieron nuevas culturas al irse de intercambio a Canadá y Suecia.

Por: Carolina García

Fotos: Luis Castrejón

Fer de León Blanco, Canadá.

Dos estudiantes del Tecnológico de Monterrey conocieron nuevas culturas al irse de intercambio a Canadá y Suecia.

Desde niña, Fer de León Blanco soñaba con irse a estudiar a Canadá, pero no fue hasta cuarto semestre de preparatoria que lo pudo hacer realidad.

Tuvo la oportunidad de realizar un intercambio internacional por parte del Instituto Tecnológico de Monterrey. Para ello tuvo que cumplir con requisitos académicos, como un promedio mayor a 80 y un alto nivel de inglés, y migratorios, como sacar una visa canadiense.

“Yo siempre tuve la idea de que me quería ir. Entonces, cuando se me da la oportunidad apliqué.

“A mí un amigo me dijo: ‘vete a Victoria, está súper padre. Está chiquito y vas con una familia’. Entonces, pues eso a mí me llamó la atención”, contó De León blanco.

Llevó materias de inglés, matemáticas, química y una que unía a todos los alumnos internacionales para darles conferencias. Allí conoció a gente de todo el mundo: Brasil, Italia, China, no sólo canadienses.

“Vas formando tu familia poco a poquito también allá y pues como que ya no te sientes, de que no sólo tengo familia aquí en México, también tengo familia en otra parte del mundo y eso está bien padre”, explicó.

Fer es muy unida a sus padres y su hermana, pero esta experiencia le enseñó a ser independiente. Aprendió a cuidar de sí misma, administrar su dinero y su tiempo, y a enfrentar los problemas sola.

“De cómo saber usar el dinero, en qué gastarlo, en cómo hacer las cosas bien, cómo hacer las cosas mal, aprender de los errores, muchas cosas que me hicieron crecer y pues ahorita lo aplico en la clases, la escuela, con mis papás”, apuntó.

La cultura canadiense le sorprendió, pues el ritmo de vida es más tranquilo que en México. Además, los horarios de comida son diferentes, pues la cena se sirve a las cinco o seis de la tarde y la comida a las 11 de la mañana.

“Siento que también los mexicanos como que nos estresamos o cosas así, nos enojamos y allá todo es paciencia y cosas bonitas”, recordó.

Extrañó mucho a su familia, pues no podía llegar de la escuela y contarle su día a sus padres. También la comida, pues allá servían sobre todo pasta, carne y pollo, faltaba el toque mexicano y la sazón de su mamá.

Al regresar, se despidió de sus amigos y de la libertad que le brindó Canadá.

“En sí eres muy libre porque como vives una experiencia sola también es: a dónde vas a salir, qué vas a hacer, tus amigos.

“Extraño mucho eso, extraño mucho mi escuela de allá. Amo el tec, pero también como que la escuela de allá era muy diferente, como que yo todo el semestre sentí como que estaba en una película”, expresó.

Fer recomienda a quienes deseen vivir la experiencia del intercambio que vayan con la mente muy abierta, conozcan lo más que puedan de la ciudad y disfruten del viaje.

“Sean cuidadosos con lo que hacen , con las decisiones que van a tomar pues porque como vas solo sí es mucho de: esta decisión es buena, esta decisión es mala, digo que también es un aprendizaje”, añadió.

Esta experiencia le sirvió para conocer una nueva cultura, practicar el inglés, hacer amigos de todas partes del mundo y, sobre todo, a crecer como persona.

Jesica Lucía Moreno Ramírez, Suecia.

Dos estudiantes del Tecnológico de Monterrey conocieron nuevas culturas al irse de intercambio a Canadá y Suecia.

Jesica Lucía Moreno Ramírez conoció a personas de todas nacionalidades cuando viajó de intercambio a Suecia por un semestre.

Moreno Ramírez estudia negocios internacionales en el Tecnológico de Monterrey y tuvo la oportunidad cursar su sexto semestre en una ciudad al norte de Suecia. Allá llevó materias de marketing internacional, finanzas internacionales, teoría de relaciones internacionales y turismo.

Las clases eran de maestría, entonces sí batallé, pero salí bien. Entonces era como: ‘¿y tú de qué estás haciendo tu tesis?’ y yo así de: ‘no, yo no estoy haciendo tesis’.

“Pues como que todo mundo ya era muy experto en esas materias”, contó Moreno Ramírez.

Para irse debió comprobar un puntaje de Toefl de 550 puntos y debió sacar una visa de estudiante.

Llegó a una ciudad al norte, donde ese invierno alcanzaron los -22 grados centígrados, y se quedó en una residencia donde vivió junto con franceses, irlandeses, coreanos, japoneses y españoles. Pero lo que más le impactó del país fue su naturaleza y la seguridad de sus calles.

“Es muy seguro. Entonces, pues me sentía bien, podía salir a cualquier hora sin tener que estar preocupándome y todas las maneras de transporte, porque podías viajar por autobús, por metro, por barco, por tren. También extraño eso”, recordó.

Al principio le fue difícil adaptarse, pues nunca había vivido sola. Aprendió a administrarse para hacer rendir el dinero y se encargó de las labores del hogar, desde lavar la ropa hasta pagar la renta.

“Me costó un poquito el idioma, pero después como que ya le agarré porque yo vivía en residencia y ahí vivíamos ocho. Todos nos comunicábamos en inglés, pero pues cada quien tenía su acento, entonce está un poquito difícil entenderles”, agregó.

Jamás dejó de extrañar México, en especial su familia, con quienes se comunicaba lo más posible a pesar de las siete horas de diferencia. También extrañó la comida picante.

Los suecos son muy cerrados, o sea sí son muy amables, sí te ayudan, pero nada más y por ejemplo aquí en México pues sí somos muy abiertos, de que ayudamos y así. Entonces yo creo que también la gente, la cultura”, expresó.

Le gustó tanto la experiencia que ya considera a Suecia un buen lugar para vivir.

“Sí me gustaría irme porque tienen muy buen infraestructura, tienen mucha seguridad, la educación es muy buena. Entonces, sí me gustaría irme a vivir allá”, contó.

Para disfrutar la experiencia al máximo, Jesica recomienda salir de la zona de confort, aprovechar todas las oportunidades de viajar y conocer, y hacer muchos amigos.

Carolina García

Nació en Saltillo, Coahuila en 1995. Ama la lectura y narrar historias. Es licenciada en comunicación por la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Coahuila. Participó en las antologías de cuento: “Imaginaria” (2015), “Los nombres del mundo: Nuevos narradores saltillenses” (2016) y “Mínima: Antología de microficción” (2018).