I DREAMED A DREAM

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Los Miserables ha sido, desde hace mucho, uno de mis libros favoritos y cuando salió la película -especialmente el musical- experimenté una gran emoción de poder verla. Y no me decepcionó. Me cautivó especialmente la actuación de Anne Hathaway, que de hecho recibió el Óscar ese año.

Y es que la canción I dreamed a dream que la actriz interpreta, da voz a lo que muchos experimentan en nuestra sociedad de hoy: frustración, desengaño, tristeza, desolación. Sentimientos que han marcado una parte de la existencia humana durante siglos.

Elie Wiesel, el joven que acuñó el término “Holocausto” en un célebre artículo en el periódico The New York Times, nació en Rumania en 1928 en una familia judía. Por este motivo, y cuando tenía 12 años de edad, fue internado en Auzchwitz. Ahí fue testigo del asesinato de casi toda su familia. Esta penosa experiencia le cala en el alma, como se percibe en el inicio de su relato titulado La noche:

«No lejos de nosotros, de un foso subían llamas gigantescas. Estaban quemando algo. Un camión se acercó al foso y descargó su carga: ¡eran niños! Sí, lo vi con mis propios ojos. No podía creerlo. Tenía que ser una pesadilla. […] La voz de mi padre me arrancó de mis pensamientos: Lástima… Lástima que no hayas ido con tu madre. He visto muchos niños de tu edad que se iban con su madre… Su voz era terriblemente triste. […] A nuestro alrededor todos lloraban. Alguien se puso a recitar el Kadish, la oración de los muertos. […] “Que Su Nombre sea santificado”, murmuró mi padre. Por primera vez sentí crecer la protesta en mi interior. ¿Por qué iba a santificar Su Nombre? El Eterno, el Señor del universo, el Todopoderoso y Terrible callaba. ¿Por qué habría de alabarle?

 Jamás olvidaré esa primera noche en el campo, que hizo de mi vida una larga noche bajo siete vueltas de llave. […] Jamás olvidaré esos instantes que asesinaron a mi Dios y a mi alma, y que dieron a mis sueños el rostro del desierto. Jamás olvidaré ese silencio nocturno que me quitó para siempre las ganas de vivir».

El dolor marcó profundamente el alma de Elie, y desde entonces su vida fue un mar de desilusiones y de llanto… hasta su muerte, ocurrida el 2 de julio del 2016.

¿Qué respuesta damos como sociedad a personas así? ¿Cómo acompañamos a los tristes de nuestro mundo? No son preguntas superficiales -basta ver lo ocurrido en Torreón semanas atrás- y nos exigen nuestra respuesta. Tal vez no podamos hacer mucho, pero sí debemos empezar con lo que tenemos: con nuestra familia, con los que están al lado nuestro. A ellos sí podemos sonreír, abrazar, dar una palabra de aliento, amar. Y aunque son acciones pequeñas, llenan de sentido y plenitud la existencia de todos ellos.

I dreamed a dream es un grito de ayuda a cada uno de nosotros. Una exigencia para que les llenemos el corazón de amor, de cariño, de Dios. Y es entonces cuando las noches de muchos se alumbrarán un poco y tal vez podremos cambiar la dirección de sus vidas.

Juan Antonio Ruiz

Sacerdote Legionario de Cristo dedicado a la formación y orientación de la juventud saltillense, maestro en el Instituto Alpes-Cumbres en Saltillo.