CADA QUIEN ES FELIZ A SU MANERA

CADA QUIEN ES FELIZ A SU MANERA

Por: Guillermo Barquet

Hace unos días vino una paciente muy desesperada y molesta con sus hijos. Ellos ya casados haciendo vida fuera de la ciudad. Ella sola, buscando también la manera de salir adelante. Resulta que ella llega a casa de su hija, (casada sin hijos), buscando trabajo en esa misma ciudad. Mientras su hija y su yerno están fuera de casa ella se puso a limpiar, a lavar ropa, a tender camas, acomodar cosas del baño. En la noche su hija llega, ve su casa limpia, ¡acomodada… y se enoja! Y empieza a reclamarle a su mamá que porqué se mete en sus cosas, que nadie le pidió que lavara la ropa y que así ellos no la doblaban. Enfurecida gritaba, buscando su desmaquillante que ella lo había dejado sobre la repisa del baño, ya que su madre lo había guardado hasta el fondo de las puertitas de abajo de lavabo. En fin, una escena caótica creada por un acto de amor. Mi paciente en llanto me cuenta la historia y me dice “¿tú qué piensas?” Mi cerebro me dice que ella como madre tiene derecho a expresar su amor como a ella le parezca mejor, pero mi corazón dio un brinco y se me salieron las palabras sin controlarlas (los que me conocen saben que esto me pasa muy a menudo con majaderías incluidas). Mis palabras fueron “si ellos no te lo pidieron, o tú no preguntaste, ¿porque lo hiciste?” Mi paciente abrió los ojos estupefacta, yo creo que esperaba una respuesta diferente. ¡Sin embargo es real! ¿Cuántas personas hemos visto que dan un consejo no pedido? ¡Y deja tú! ¡Después de dar el consejo normalmente viene la discusión! Y entonces, me viene a la cabeza la forma tan dramática que tenemos que aguantar el quedarnos callados o el no mover un dedo para tratar de ayudar a alguien a nuestra manera y sin que se nos lo haya pedido, creyendo que estamos ayudando.

He utilizado muchas analogías para tratar de explicar los problemas que sufrimos constantemente. Uno de ellos es éste: a mi generación y las anteriores nos educaron a través de películas betamax y VHS (¿las recuerdas?). Conforme hemos ido avanzando en nuestra vida esos formatos dejaron de ser funcionales, y fueron creándose nuevos formatos, pasando del CD al DVD al Blu Ray. Hoy comparo los juegos de video con los cuales se entretiene mi hijo y los que en mi época existían. Veo los “cartuchos”, que ya no son cartuchos, sino unas tarjetas SanDisk que les caben cantidades impresionantes de información. Siento, como padre, que en vez de que mi hijo entienda mis maneras a lo ¡VHS, YO TENGO QUE ADAPTAR MIS FORMATOS A UNA NUEVA MANERA DE VIDA! ¿Cómo se me ocurre pensar que mi hijo comprenda nuestras formas y nuestras maneras de ver la vida si tenemos formatos tan diferentes? ¿Por qué yo podría pensar que es una tontería estar jugando con una caja de cartón o con un pedazo de papel teniendo tantos juguetes a la mano? ¿Por qué puedo creer que el sol es dañino para él y no le permito jugar mucho tiempo al aire libre?

De veras me da mucho coraje e impotencia el ver cómo algunas mamás y papás quieren imponerles a sus hijos sus cosas, sus maneras y sus formas.

Cada vez que hablo con un padre de familia acerca de cómo queremos que los niños se bañen a tal hora, o que estén acostados a tal hora, creyendo que eso es lo correcto. El problema es que lo imponemos a la fuerza y no explicamos las razones reales del por qué creemos que eso es lo correcto. Hoy los niños ya no solo saben, sino SIENTEN. Los niños tienen capacidades impresionantes de salud emocional y nosotros se los quitamos poco a poco por quererles imponer nuestras ideologías del siglo pasado (literal).

Cada uno de nosotros tenemos reglas diferentes en casa. Las personalidades de nuestros padres y de nuestro cónyuge guían mucho la creencia de cómo es lo correcto para educar a nuestros hijos y hacerlos crecer. Hoy te invito a cambiar tu formato, sino a una tarjeta sandisk mínimo a un USB. Piensa en esto: tu hijo ve el mundo a través de tus ojos. Si le gritas o te enojas o le impones, y entiendes que tu hijo o hija es puro corazón, ¿cómo le vas a hacer hoy para poder ayudarlo a ser más feliz? ¿Cómo te vas a poner a su nivel (y me refiero a crecer en corazón y en salud emocional, no a bajarse hincado a su misma altura) para poder explicarle lo que ves?

Yo, Guillermo, tengo miedo del mundo que estamos creando a través de urgencia y desesperanza, en vez de ayuda a nuestro prójimo y crecimiento personal. Me choca la forma que tenemos de no levantar un papel tirado, de tirar la colilla del cigarro por la ventana, de no dar los buenos días a la persona que pasa.

Con lágrimas en los ojos escribo esto, quiero que mi hijo viva sano y no enfrente una enfermedad física por el simple hecho de vivir con una sonrisa.

EL AUTOR

Guillermo Barquet, es un hombre de semblante, amable. A través de terapias y distintas herramientas ayuda a las personas a encontrar su balance.

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Promotor y gestor creativo. Creador. ciclista y lector.