ESA RUBIA DEBILIDAD 2/2

Azúcar

¿Cuándo la azúcar dejó de ser sabrosa, nutritiva, buena para la digestión y para los pulmones y se convirtió en plaga bíblica, una peste la cual lleva a la tumba a los diabéticos y obesos de este país llamado México?

Y si ahora le agregamos la peste del virus chino, el plato de la mortalidad está más que servido. ¿Cuándo la azúcar dejó de ser irresistible en postres, pay, pasteles, confites, buñuelos y se convirtió en una asesina silenciosa y letal? No lo sé. Pero, donde un ser humano encuentre alguna clase de postre, alguna tarta o algún pastel rebosante de azúcar, miel y sus derivados, casi invariablemente caerá en ellos y los disfrutará. 

¿Recuerda usted aquella casita forjada con ladrillos de pastel, techos de  galletas de jengibre con ventanas de caramelo macizo? Lo anterior a los niños y claro, a los adultos nos sigue seduciendo. La dulce edificación es la blanda tentación en el cuento de Hansel y Gretel, con lo cual la bruja malvada atrae a niños hambrientos. Al parecer, el famoso pastel de cumpleaños que usted y yo aún hoy disfrutamos, nos llegó como herencia de la Grecia antigua. En los hornos griegos se preparaban panes especiales para doña Artemisa, diosa de la luna, y dichos panes redondos eran iluminados y adornados con velas. 

¿Debemos de privarnos de manjares tan suculentos en aras de vivir un par de años más? ¿Qué sería de la vida sin tentaciones? “la pastelería es un  arte capaz de terminar con el aburrimiento de cualquier situación”, dijo Antonine Careme. Le creemos. Postre tiene el mismo sentido etimológico que “postrer”, es decir, “al final de.” Entre la alquimia y el placer, los postres desencadenan sentimientos donde la azúcar forma parte fundamental y el paladar se enamora de un terrón almibarado. ¿Qué prefiere usted: galletas de chocolate y mermelada de fresa; un hojaldre de piña, una tarta de frutas o un clásico injustamente olvidado hoy, flan de caramelo? 

Por algo será el linaje de dos tartas, una de limón y la otra la de manzana, forman parte de dos obras literarias de sobra conocidas, la de limón en la obra de “El gran Gatsby” de F.S. Fitzgerald y la segunda, “En la carretera”, de Jack Kerouack. El azúcar, esa rubia debilidad, forma parte fundamental de la historia de la humanidad y su empleo en conservas, confituras, mermeladas, almíbares o jaleas data de siempre, es decir, desde que el hombre es hombre y mostró un enamoramiento y matrimonio feliz con lo dulce, con lo dulce de la miel de abeja y luego, con la caña de azúcar. De hecho, hay un pasaje célebre (caray, todos lo son) en la Biblia, donde el ejército israelita comandado por Jonatán, hijo de Saúl, llegó a un bosque en el que “había tanta miel que parecía brotar del cielo.” (1er. Libro de Samuel, capítulo 14, verso 25). Esta caña o palo de “miel”, pues era la que nosotros conocemos como caña de azúcar. Y lo anterior da también origen al inigualable… ron. 

Sin duda, hay que cuidarse, hay que estar atentos a la salud porque ya nada es igual, pero caray, los postres, pasteles y galletas son una perdición para cualquier goloso. Y si usted un día deambula en las calles de la ciudad de México, vendedores ambulantes le cerrarán el paso para ofrecerle sus mercaderías; la tentación tiene nombre: churros, tortitas de Santa Clara, nueces garapiñadas, merengues, morelianas, manzanas con caramelo, Isaac Newton palidecería de envidia al ver este tipo de manzanas para reelaborar su teoría de la gravedad. 

Jesus R. Cedillo

Escritor y periodista saltillense. Ha publicado en los principales diarios y revistas de México. Ganador de siete premios de periodismo cultural de la UAdeC en diversos géneros periodísticos.