EL SALTILLENSE ALBERTO JOSÉ FLORES, DEDICADO A INNOVAR EN FRANCIA

POR CAROLINA GARCÍA E IVONNE VALDÉS / FOTOS: CORTESÍA

Es posible dejar tu país sin dejar tu hogar. Cada gran proyecto que Alberto José Flores realiza lleva una parte de sí mismo y en sí mismo lleva las ganas de mejorar siempre, que le nacieron en su ciudad de origen.

Alberto salió de Saltillo en el 2001 y vive en Francia actualmente. Su llegada era, inicialmente, para realizar una maestría y después un doctorado. Ahora trabaja ahí. Se dedica a realizar actividades de cálculo, desarrollo e industrialización de sistemas optrónicos.

Trabaja en la división optomecánica y electrónica de sistemas aéreos y terrestres de un grupo industrial de 70 mil personas, en el cual se han producido los cockpit de las aeronaves Airbus, el conjunto de satélites galileo e Iridium y el sistema de vigilancia de la Ciudad de México.

Se desempeña en lo que él define como el corazón de los equipos de ingeniería de desarrollo de productos civiles y militares. Pues se encuentra en las instalaciones donde se desarrolló y fabricó el sistema de visión de todas las misiones de Apolo para la NASA.

“Trabajé mucho tiempo en el desarrollo de productos civiles. De hecho, una buena cantidad de películas que ustedes ven en el cine son filmadas con nuestros objetivos. Los productos más complejos se ensamblan con “softwares” o programas de simulación que yo desarrollé”.

La empresa para la cual labora inventó la variación mecánica focal de objetivos ópticos. Las cámaras de video con 3 objetivos a focal fija desaparecieron gracias al cálculo opto-mecánico realizado por primera vez en las instalaciones de su lugar de trabajo.

Sus éxitos profesionales han marcado su vida, tanto como han impactado la innovación de productos utilizados incluso en la industria del cine.

“Cerca de mi escritorio se encuentra un Oscar y un trofeo Grammy en una vitrina. Son reconocimientos que recibió nuestro equipo recientemente por la aportación técnica a la industria cinematográfica”.

A su llegada a Francia se encontró con diferencias que le causaron choques culturales, desde la manera de dialogar. Pues la comunicación es más directa y el consenso colectivo está más presente en las decisiones cotidianas.

“La comunicación entre diferentes niveles de la jerarquía en organizaciones (y empresas) es un poco más abierta. La confrontación de ideas entre personas es un poco más directa”, dijo.

El hábito de viajar, leer y de descansar más también han sido diferencias notables. Según las leyes laborales, se trabajan 35 horas por semana en Francia de manera general. En México son alrededor de 48 horas.

Alberto considera que aunque las empresas francesas toman aproximadamente dos meses del año de vacaciones esto mejora la productividad, pues las organizaciones (y empresas) son más eficientes si sus recursos humanos (y mano de obra) viven y descansan correctamente.

“Se produce más y mejor en un tiempo reducido si se emplea correctamente el tiempo. Me gusta esa mentalidad y pienso que tienen razón”.

También afirma que olvidar dar los buenos días o no decir “adiós” al salir de una tienda, por ejemplo, puede percibirse como grosero en Francia. E incluso la manera de pedir o de preguntar algo se tiene que hacer de manera amable al extremo.

“Las empresas reservan un monto de sus beneficios para el financiamiento de la formación continua de sus empleados. Es obligatorio para todos. Eso permite: 1) mejorar la competitividad de las empresas y 2) dar más trabajo a la población.

“La lista (de diferencias culturales) es interminable. Un libro se podría editar al respecto”, concluyó.

Su mayor reto fue comenzar a aprender a aprender, y a adaptarse también.

“Trabajar en un contexto de innovación, técnicamente nadie te puede ayudar. No hay bibliografía que puedas consultar. Es `terra incognita´, eres el primero, abres camino. Estás solo en todas las actividades de cálculo, validación y de industrialización de productos. Es un reto intelectual” expresó.

¿Su mayor satisfacción? Asegura no recordar una en específico, pues termina cada proyecto pensando que lo pudo haber hecho mejor si hubiera tenido un poco más de tiempo.

“Creo que perdí muchas cosas cuando me fui de Saltillo. Desaconsejo a las nuevas generaciones hacer lo mismo en todo caso”.

Francia en medio de la pandemia.

“Me hace pensar a una época triste. A la guerra en Europa. Nadie sale. Los comercios están cerrados y se debe estar confinado en casa”.

En cuanto al futuro cercano, Alberto prefiere vivir cada día por el momento y no tiene un plan concreto.

Estudios en Saltillo

Ingeniero Industrial y de Sistemas en el Instituto Tecnológico de Monterrey campus Saltillo.

Salida de Saltillo

En el 2001

¿Qué es lo que más extraña de Saltillo?

El clima, su gente, amigos, la comida y la familia.

Anécdota de Saltillo que te haga sonreír

Tengo muchas anécdotas de la adolescencia. Pero prefiero compartirlas en otra ocasión.

¿Qué es lo que más añora de comida de Saltillo?

El cabrito, los tacos. Aprecio mucho ir al restaurante de la familia Cárdenas (el Mesón Principal).

¿Qué le agradece a Saltillo?

El haberme permitido crecer en un ambiente tranquilo. Lejos de los problemas del mundo. Las guerras o las dictaduras.

Comida: el pozole.

Bebida: el agua de horchata.

¿Cuál lugar turístico recomendaría donde vive?

La región de Dordogne. Es un lugar mágico.

¿Cuál restaurante recomienda?

Recomiendo “Troisgros”. Es famoso en Francia. Se trata de un restaurante clasificado 3 estrellas en la guía Michelin. Al parecer vienen personas distinguidas desde el extranjero únicamente para comer o cenar en ese lugar.  Te recomendaria tambien ir a uno de los restaurantes gastronómicos que fundaron los chefs Pierre Gagnaire o Paul Bocuse.

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