EL PLACER Y LA SEDUCCIÓN II

El placer y la seducción II

“No es lo mismo vivir, transcurrir, que honrar la vida”, nos dice la hermosa canción de Eladia Blázquez cuya letra y música nos invita a cuestionarnos: ¿Honro la vida?, ¿Honramos la vida?, ¿Cómo y de qué manera lo hacemos?

La vida es un regalo. Se nos da al nacer y lo único que busca es desarrollarse y experimentarse a sí misma a través de cada uno de nosotros: de lo que vemos, escuchamos, saboreamos, olemos y tocamos. Pero como bien decía Nietzsche, respecto al hecho cotidiano de comer, no es lo mismo tragar, que comer; o bien, disfrutar comer que disfrutarte disfrutando comer. La diferencia está en alejarse de la mecanicidad y abrir la conciencia; el deleite consciente del placer nos hace condimentar y aderezar y nos trae al presente y al disfrute, en ello está el secreto. 

“El placer no se busca en función de otra cosa; es un fin en sí mismo”, nos dice Eudoxo, filósofo griego del siglo IV a.C. uno de los padres del hedonismo, quien agrega: “El sol seguirá saliendo mientras haya alguien que lo agradezca”. Es decir, si no encontramos placer en lo cotidiano, no sólo nuestra vida se convierte en un mero transcurrir, sino que nos condenamos a desaparecer como humanidad.

Eudoxo afirmó que todas las especies evolucionan de acuerdo con su capacidad para sentir placer. Las especies inferiores desarrollan poco placer, las especies superiores desarrollan mucho placer. ¿En qué punto de la escala andamos?

Enrique Bonavides nos da las cuatro tesis de Eudoxo y el placer: 

1) El placer es bueno porque toda especie lo busca, aun si esto significa arriesgar la vida. 

2) El dolor y el sufrimiento los sienten todos. Debemos aceptar que todos los seres vivos, las plantas, los animales y el ser humano sufren al igual que disfrutan. Comprender esto es concebirse como un ser humano pleno. “Te lo digo como médico: hay ocasiones en que la enfermedad es consecuencia de la falta de placer o pasión.” ¿Quieres sanar tu cuerpo? Apasiónate por algo y ese algo te devolverá la vida. 

3) El placer no necesita forzosamente de un factor o estímulo externo. “El placer está en ti. Depende de ti y de tu inventiva. El amor, la felicidad y el placer no dependen de un elemento externo. Tú puedes transformar cualquier objeto en lo que quieras.” Si no eres capaz de generarte placer, nada ni nadie lo hará. ¿Quién tiene la capacidad de alegrarte? Tú. ¿Quién te conoce bien? Tú. ¿Quién sabe más acerca de tus gustos? Tú. Si sabes tus gustos, si sabes lo que te fascina y ni así lo logras, estás jodido.” 

4) El placer está para que lo conquistes. Tal como la felicidad, la pasión tiene que ver con un trabajo continuo. Que tus conceptos de placer y pasión no tengan que ver ni con guerras, ni con política; sino con algo más importante en el ámbito de la evolución de las especies: el enamoramiento. 

¿Qué es lo que te recuerda que estás vivo? Aquello que te apasiona y aquello por lo cual te enamoras. Si el día te regala su esencia y no la aprovechas, el que morirá ese día, aunque sigas vivo mañana, eres tú, el día seguirá a pesar de ti.

Eudoxo agrega: “No hay mayor bien que buscar tu placer sin dañar a un tercero y que le enseñes a los tuyos a vivir lo mismo. Si haces esto, entonces puedes llamarte ‘educador’, ‘maestro’, ‘hombre'”. Tu humanidad dependerá de que, a diario, cada mañana, te levantes, vivas con placer tu día y, al final del mismo, agradezcas el placer que diste, porque será el mismo que recibirás. Esto es honrar la vida”.

Gabriela Vargas

Empresaria, conferencista a nivel nacional e internacional, primera asesora de imagen de México, comunicadora en prensa escrita, radio y televisión, esposa, madre de tres hijos y abuela de ocho nietos.