EL PLACER Y LA SEDUCCIÓN

GABRIELA VARGAS

El bien mayor del ser humano es el regalar placer a otro ser humano. Eudoxo de Cnido.

La pajarita indiferente pica y pica el pasto, mientras un pájaro ocre se pavonea con una lombriz en el pico. Con su trofeo, el don Juan la rodea e intenta llamar inútilmente su atención. Al rato, la escena la ocupa otro pájaro de color negro, que se esponja y sostiene con esfuerzo su vuelo para realizar una danza fascinante sobre otra pajarita que, de igual manera, lo ignora. Ambas esperan la seducción adecuada para entonces sí prolongar la especie. 

Este cuadro que a diario nos ha tocado ver a mi esposo y a mí durante el encierro nos ha divertido y hecho reflexionar. 

Es por eso que me fascinó descubrir a uno de los filósofos más olvidados de la historia. Uno de los más grandes de los hedonistas; sus teorías son tan actuales que impresiona. Vivió durante el siglo IV a.C y fue médico, filósofo, matemático y astrónomo. Su nombre:  Eudoxo de Cnido. 

Eudoxo afirmaba que la evolución y la sobrevivencia de cualquier especie viva en el mundo se da no a través de la lucha del más fuerte, sino del placer. Es decir, de la capacidad que tengan de sentir y proporcionar placer. Claro, fue censurado por el revuelo que causó. 

Cuánto le agradezco a Enrique Bonavides, nuestro profesor de filosofía, habérnoslo presentado. Vale la pena conocer un poco acerca de su visión. 

Eudoxo relaciona el placer con la tranquilidad: “Todo momento de placer te lo da la tranquilidad”. Es así que la naturaleza explota en colores, formas, aromas, sabores y belleza; con ello seduce, atrae, enamora, permanece y sobrevive. 

Todos los seres vivos actúan mediante, por y para el placer. Desde la abeja que elige determinada flor para alimentarse y polinizarla, como los animales, las plantas y, por supuesto, los seres humanos. Eudoxo nos dice: “Sobrevivirás sólo si conoces los mecanismos del placer para seducir al otro”. Desde este punto de vista, bloquear el placer es ir en contra de la naturaleza y desconectarse de la vida. 

Es por ello que los seres humanos nos alejamos -por naturaleza- de cualquier cosa, situación o persona que no nos proporcione cierto tipo de placer. ¿Qué tal? Su visión nos lleva a cuestionar si nuestra presencia es placentera para el otro, si el trabajo nos proporciona placer, si el entorno nos da bienestar, si las relaciones nos nutren. Y nos advierte: “De no desarrollar el placer, nuestras relaciones y lo que gobierne a la sociedad será una relación de poder donde reinará la ley del más fuerte”. Punto.

Entonces bajo esta perspectiva, Eudoxo afirma: “Sólo el bien aumenta el bien; sólo el bienestar puede aumentar mi bienestar. Sólo el placer puede aumentar el placer. Sólo la pasión puede aumentar mi pasión”, lo que me parece muy sabio. Es decir, disfruto de la vida y aseguro la prolongación de la especie. 

¿Qué mata al placer? 

La monotonía. Es así que debemos buscar distintas sonoridades para nuestra persona. Eudoxo nos llama a ser creativos, inventar, cambiar y adaptarnos.

¿Por qué pocos conocen a este filósofo? El hedonismo en la época de Platón y cuando nació el cristianismo -y en adelante- se consideraba algo maligno, pernicioso individual y socialmente. En la Edad Media las risas y el placer estuvieron prohibidos, como afirma Jacques Le Goff en su libro “La Edad Media fantástica”. Es por ello que Eudoxo y sus teorías fueron sepultados durante 800 años. 

Si no desarrolláramos el placer, no podríamos disfrutar de la música, la comida, la poesía y otras artes; porque detrás de todo ello está el placer. Continuaremos.

Gabriela Vargas

Empresaria, conferencista a nivel nacional e internacional, primera asesora de imagen de México, comunicadora en prensa escrita, radio y televisión, esposa, madre de tres hijos y abuela de ocho nietos.