Adéntrate en las calles de San José y en sus destinos llenos de naturaleza y aventura.
Cuando tenía nueve años, vi una fotografía del bosque nuboso en un libro de la escuela. Criada en tierra árida, mi mente no podía concebir un ecosistema con semejante verdor. El resto de mi infancia la pasé investigando sobre la naturaleza, la flora y la fauna. Aunque mi sueño de ser veterinaria no se cumplió, mi mamá continuó fomentando mi hambre de conocimiento.
“Costa Rica debe ser un paraíso”, me dijo una vez. La idea nunca me abandonó; por eso, cuando mi novio me propuso viajar fuera de México, le sugerí ese país. “¿Qué hay en Costa Rica?”, me preguntó. No lo sabía, así que fuimos a descubrirlo.
La Ruta del Café
Visitamos una plantación de café en las afueras de San José, rodea-
da de eucaliptos arcoíris, hortensias azules y palmeras, con hectáreas de cafetos que se extendían hacia la selva y las colinas. Dicen que el café de Costa Rica es el mejor del mundo. Hacer una taza es un ritual, desde el almacenaje del grano, su molienda, el filtro de madera y tela sobre el que se vacía el agua caliente. Su sabor es fuerte y agrio, permanece en el paladar.
San José
La ciudad es una fusión de la herencia colonial, la naturaleza exuberante y la modernidad de altos edificios. El centro reúne los fragmentos de ese cosmos, entre el olor a lluvia y los gritos de los vendedores de lotería. El Mercado Central huele a mar, frutas, verduras y madera, uno de los productos más importantes del país. Ahí hallarás el recuerdito que imagines en ese material, sean llaveros, calendarios, adornos, platos o vasos.
Baldi Hot Springs, Hotel, Resort y Spa
En el distrito de La Fortuna y junto al volcán Arenal, se esconde un paraíso tropical con aguas termales alimentadas por casca- das cristalinas. La experiencia acuática es completa: 25 piscinas, cuyas temperaturas van desde los 30 hasta los 43 grados, ideales para relajarse o pasar una tarde de diversión en familia.
Sabores Caribeños
El arroz con frijoles se encuentra en los desayunos, junto a los clásicos huevos revueltos y cereales, y en su platillo típico: “El Casado”, que los acompaña con plátanos y carne de res, pollo o pescado.
Volcán Poás
Mi sueño se hizo realidad, al fin estaba en un bosque nuboso. Nos encaminamos montaña arriba hacia el Volcán Poás y su cráter de 1320 m de diámetro y 320 m de profundidad. Solo un 20 por ciento de los visitantes logran verlo, pues casi siempre está cubierto por neblina. El guía aprovechó para señalar el piso: había pequeños pozos, delimitados por círculos blancos, producto de las rocas ardientes que cayeron en la última erupción. Esperamos media hora, pero solo pudimos tomarle fotos a una neblina densa. ¿Vale la pena? Cada instante.
La Paz Waterfall Gardens Nature Park
Las 28 hectáreas de este refugio concentran la flora y fauna del bosque lluvioso tropical: insectos, mariposas, serpientes, colibríes, felinos como el margay, el ocelote, el jaguar y el puma, monos, ranas, tucanes y guacamayas de todos los colores. El parque permite a los visitantes explorar con libertad, siguiendo los caminos trazados, pues más allá se encuentran animales salvajes. Hay una entrada escondida entre la vegetación, es el inicio del sendero que te llevará a lo largo de un río y sus cinco cascadas. Prepárate, ¡es imposible salir de allí sin mojarse!