Se estimaba que la isla tuviera una vida máxima de algunos meses, pero sigue en la superficie
En el reino de Tonga –un país en Polinesia compuesto por casi 200 islas–, un violento episodio volcánico creó un nuevo atolón entre las islas Hunga Tonga y Hunga Ha’apai. Sin embargo, a pesar de que le pronosticaron pocos meses de existencia, ya cumplió 4 años.
Esto es un hecho insólito, pues la mayoría de estas formaciones no resisten la erosión, la lluvia u otros fenómenos naturales que debilitan su estructura. Durante este tiempo la NASA estuvo monitoreando la transformación de esta isla que es tan joven que ni siquiera tiene nombre. Los tonganos decidieron llamarla por una combinación de sus vecinas: Hunga Tonga–Hunga Ha’apai.
Para conocer más sobre esta formación, la NASA y la Asociación para la Educación Marina mandaron científicos para explorarla. Quedaron sorprendidos por la evolución del ecosistema que hay ahí. Se ha formado vegetación floreciente de color rosa e incluso se encontraron nidos de charranes sombríos y de lechuzas. Dan Slayback, un investigador de la NASA, declaró que “cuando llegamos todos estábamos cautivados como niños de escuela”.
Sin embargo, los estudios geológicos eran la prioridad. La mayoría de las islas de origen volcánico duran sólo unos pocos meses, tras lo cual se hunden de nuevo en el mar. Únicamente ha habido tres casos distintos durante el último siglo y medio. Pero la esperanza de vida de la isla no es muy prometedora. La NASA la estima entre 6 y 30 años.
LA NASA desea explorar a mayor profundidad esta isla, pues comprender los movimientos de la tierra nos ayudará a entender mejor otros planetas como Marte.
