Tras 46 años desde su muerte, la diseñadora siempre fascinó por su elegancia, empeño y legado en la moda contemporánea
Rodeada de varias controversias y no pocos amoríos, Gabrielle Chanel rompió los estándares de la moda y elegancia que primaba en las primeras décadas del siglo pasado y forjó una nueva imagen de belleza femenina, de la cual ella fue su principal modelo.
Nacida en un orfanato de monjas, fue hija de un vendedor ambulante y una campesina. A los doce, perdió a su madre víctima de la miseria y dejándola con sus cuatro hermanos, de los cuales se desconocía su existencia debido a que se les sobornaba, para mantuviesen en secreto su relación sanguínea con Chanel.
Años más tarde abandonó el orfanato y se colocó como dependienta en una mercería de Moulins, trabajo que compaginaba con sus actuaciones en La Rotonde, un lugar de diversión para los oficiales del ejército. Ahí ella cantaba temas populares como “Ko ko ri ko” y “Qui qu’a vu Coco?”, una tonadilla popular que narraba la historia de una muchacha que había perdido a su perrito Coco. Fue allí donde comenzaron a llamarla la “petite Coco”.
Se dice que por esa misma época, Gabrielle se practicó un aborto que le provocaría la esterilidad de por vida aunque esto jamás ha sido demostrado.
A sus 22 años, se relacionó con el burgués Étienne Balsan quien la llevó a una vida lujos con fiestas y carreras de caballos. Ella aprovechó para pedirle a su amante que financiara la apertura de una sombrería, mientras tenía una aventura con el amigo de Balsan, Arthur Boy Capel.
Una vez en Paría, gracias a la financiación de antiguo amante, llegó a lanzar su propia línea de moda, tras el éxito obtenido al remodelar sombreros.
La artista fue criticada durante por su tolerancia y aceptación de la Gestapo durante la Segunda Guerra Mundial, donde llegó incluso a relacionarse con el diplomático nazi Hans von Dincklage. Éste escándalo la llevó a mantenerse exiliada en Suiza y suspender su trabajo en la moda.
En 1954, concluida la guerra, reabrió su casa de modas pues, según declaró una vez la actriz Marlene Dietrich, no aguantaba más el aburrimiento.
Así, padeciendo reumatismo y artritis, Chanel no dejó de trabajar hasta su muerte el 10 de enero de 1971.
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