CITAS GASTRONÓMICAS (CODA)

Salpicón.

Alimentarse para medio sobrevivir, es cuestión de humanos desgarbados. Hoy, la cocina está elevada a categoría de arte. Y los mexicanos, para los mexicanos, sentarse a la mesa es un acto cultural memorable donde se disfruta la buena y suculenta cocina nacional. Bueno, lo que usted defina como cocina nacional, ya que hoy, somos un amasijo de ingredientes tanto autóctonos como menjunjes, especias, animales y pócimas llegadas de todas partes del mundo. Las citas son interminables en materia gastronómica, las cuales salpimientan la literatura de todo el mundo, va esta última entrega y antología al respecto.

“¿Dónde está la granada/ cuya semilla soy yo?// ¿Y dónde el melón/ del que soy rebanada?” Pregunta en un texto el poeta polaco Jaroslaw Iwaszkiewicz (1894-1980). El poeta se asume parte de la naturaleza, su semilla y su fruto (melón, en este caso) y del cual, le cortan un pedazo, una generosa rebanada para el disfrute de los sentidos.

Las mujeres (en las haciendas) se dedican ala fabricación de quesos de cuajada, para el beneficio de la granja o para el propio consumo; pero la mantequilla se encuentra raramente y las más de las veces se usa manteca de cerdo en su lugar.”

“Diario de una gira con estancia en la República de México.” G.F. Lyon.

Un poeta alto, férreo y venoso, Mahmud Darwix (1941-2008), en un libro perturbador, “La huella de la mariposa”, en su texto, “Lo que queda de vida”, escoge las cuentas de su devocionario para los últimos momentos sobre la tierra. Dice el poeta: “Si me dijeran: esta tarde será tu última tarde,/ ¿qué vas hacer el tiempo que te queda?/ –Miraré el reloj,/ me beberé un zumo,/ morderé una manzana…”

La manzana es inicio y final de vida (el fruto prohibido cedido por la serpiente a Adán y Eva, por lo cual se volvieron mortales). Los siguientes versos son de Proverbios 25:11: “Manzana de oro con figuras de plata es la palabra dicha como conviene.”

“Muerdo el pezón y la alborada/ a gritos el aire se adelgaza y se retuerce en el Palacio/ donde en mi camastro yace la Princesa desnuda e inmaculada./ A la orilla del viento se respira un olor a jazmín, té amargo y duraznos partidos por el centro,/ abiertos, con la pulpa como labios, húmedos…” Son versos de un poeta místico del siglo XV, Isaías Ibn de Estefanía, el cual ha definido también a la sal como “lumbre de mi lumbre.”

Los siguientes versos son divinos, bíblicos y guardan una perfecta simetría con los del poeta del Magreb: “Bajo la sombra del deseado me senté/ y su fruto fue dulce a mi paladar./ Me llevó a la casa del banquete/ sustentadme con pasas, confortadme con manzanas…” (Cantar de los Cantares 2. 3:7) Poesía y gastronomía, Biblia y erotismo van de la mano y son uno.

Jesus R. Cedillo

Escritor y periodista saltillense. Ha publicado en los principales diarios y revistas de México. Ganador de siete premios de periodismo cultural de la UAdeC en diversos géneros periodísticos.