Aprendí

En 365 días tenemos la misma cantidad de oportunidades de aprender valiosas lecciones

Nayeli Pereznegrón

Este año aprendí que absolutamente nada es eterno.

Aprendí que existen momentos buenos y malos y que esta en mí volverlos una tragedia o una lección y enseñanza de vida.

Aprendí que todos necesitamos de todos, que nadie puede andar por esta vida solo, que es sano aceptar ayuda y trascendental ofrecerla.

Aprendí a valorar el esfuerzo que implica que alguien se te acerque con cariño no importa mucho lo que diga, hay gente que no sabe expresarse y busca darte consuelo en una situación que desconoce esforzándose por tratar de ponerse en tu lugar.

Aprendí que siempre hay oportunidad de tocar corazones y que siempre habrá corazones amarillistas.

Aprendí que debes tratar de ser amable con absolutamente toda persona que te rodea ya que la vida da muchas vueltas y nunca sabes si tú o tu familia necesitara de su ayuda.

Aprendí que la sencillez es una virtud en peligro de extinción y que la gratitud va ligada a ésta.

Aprendí que es sano alejarse de las personas que provocan sentimientos negativos en nosotros.

Aprendí que sin fe, estamos perdidos.

Aprendí que la unión familiar es lo más importante, pero que hay familias que no han tenido el regalo de vivirlo y debo aceptarlas y quererlas.

Aprendí a soltar absolutamente todo a abandonarme y a no pedirle a Dios lo que yo quiero si no a pedirle lo que yo necesito para seguir adelante en sus designios.

Aprendí que la vida es corta y que nadie es eterno, que lo único que tenemos seguro desde que nacemos es morir y que no firmamos un contrato para saber cuantos años tendremos la oportunidad de buscar a la naturaleza, respirar el aire puro, abrazar a nuestros seres queridos y todas esas maravillosas pequeñas cosas de la vida.

Aprendí que lo material es bonito, que a todos nos gusta pero que en nuestra lista de prioridades debe estar el los últimos lugares.

Aprendí que existen muchas distracciones que nos impiden valorar lo esencial y lo verdadero.

Aprendí que no es más fuerte el que no llora; si no el que sigue adelante a pesar de su llanto.

Aprendí que existe el mal y las personas malas, pero que definitivamente son más las buenas.

Aprendí que de nada serviría la experiencia de despedirse de un ser querido en este mundo si no abrazamos, aprovechamos y hacemos con el que tenemos aquí lo que nos hubiera gustados hacer con el otro.

Aprendí que hay que regresar a lo orgánico, no solo en la comida, si no en los valores y principios.

Aprendí que no puedes ser amigo de todos y no puedes vivir del que dirán. Dios se encarga de mandarte lo que necesitas y a quien necesitas, llegaran las personas correctas que te quieran y valoren tal cual.

Aprendí que es fácil decir “prepárate” y que hay cosas para las que jamás estarás preparada.

Aprendí que mantener la cabeza ocupada es la mejor terapia que existe en el universo, bien dicen por ahí “La ociosidad es la madre de todos los vicios”.

Aprendí que está bien externar mis emociones y esta bien si alguien no quiere hacerlo.

Aprendí que la vida es simple y que los pájaros siguen cantando aunque cada vez sea más difícil encontrarlos en este espacio cada vez más saturado de materialismo.

Aprendí que el momento es HOY y como lo viva afectará o beneficiará directamente mi mañana si es que Dios me regala la oportunidad de tenerlo.

Aprendí que al hacer sinergia con mi pareja haré sinergia con toda mi familia.

Aprendí que no todos somos lo que quisiéramos pero es importante amar y aceptar lo que somos para ser felices.

Aprendí que como bien dice mi marido: “ la vida no es justa pero es justamente lo que nosotros queramos que sea”.

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Promotor y gestor creativo. Creador. ciclista y lector.