A LA TABLA CON SHAKESPEARE

CEDILLO

Si usted me ha leído en las páginas cotidianas de este diario, VANGUARDIA, por estos días ya de muy Semana Santa (casi en su final, pero buena falta nos hace que sea eterna, para crecer espiritualmente y estar tranquilos con los demás y con nosotros mismos), acometo la tarea de abordar los “7 Pecados Capitales” en igual número de columnas (lunes y jueves). Y como dicho proyecto de escritura me hizo revisar mis archivos y lecturas, algunas subrayadas de antemano y otras las cuales hice por primera vez, pues fui igual subrayando las referencias gastronómicas de no pocos autores. 

La comida y bebida siempre serán un tema candente y sobre ellos giran nuestras pasiones, glosas y apetencias. Nuestra vida misma. Y si hay vida, hay gastronomía y si están las dos juntas, es la obra de William Shakespeare. El eterno William Shakespeare. Releí “Antonio y Cleopatra”, “Enrique V”, “La fierecilla domada”, “El Rey Lear” y, cómo no,  sus sonetos completos: una maravilla. Y pues sí, se come y se bebe bien en la obra del isabelino. A continuación, sin orden ni concierto, van algunas citas de los alimentos y bebidas las cuales utiliza el genio de Shakespeare en una parte de su obra. Por esta ocasión, solo nos vamos a circunscribir a “Otelo”.

“(Habla Brabancio, padre de Desdémona)… Para mí como si hubiese muerto. La han sacado de mi casa, le han trastornado el seso con bebedizos de charlatanes…”

“(Habla Yago) Ven, teniente mío: vaciemos un tonel de vino de Chipre a la salud de Otelo. Allá afuera tengo dos amigos que no dejarán de acompañarnos…. ¡Ea! Traed vino. Sacudid, ¡sacudid las copas: el soldado es mortal, y debe beber sin término! ¡Más vino, amigos!”

“(Habla Casio) El demonio de la ira venció al de la embriaguez. Un defecto provoca otro, para que yo me avergüence más y más de mí mismo.”

Usted lo sabe, nosotros los escritores padecemos casi todos los pecados y todas las enfermedades. Estamos atormentados, sin duda. No hay buen escritor el cual sea feliz. No lo he conocido aún. Los personajes de William Shakespeare (al menos cuatro los cuales vienen a mi mente en este instante: Otelo y Desdémona, Antonio y Cleopatra), padecieron insomnio. Amén de melancolía, esa fiera carnicera llamada hoy depresión. Va un remedio, una pócima la cual aparece en “Otelo”, esta puede remediar o al menos paliar el emperrado insomnio: el jugo, la poción o bebedizo de la adormidera, el beleño y la mandrágora. 

Hoy y para finalizar, aunque regresaré al tema con un tríptico, Otelo quería un afiche, amaba un pañuelo el cual había sido un regalo de su madre. Pañuelo el cual regala a Desdémona y, al final de cuentas, es el motivo “real” en el cual se fincan sus celos y la muerte de Desdémona. El bordado fue hecho por una hechicera, “una sibila agitada de divina inspiración, los gusanos que hilaron la seda eran asimismo divinos. Licor de momia y corazón de virgen sirvieron para el hechizo”.

Jesus R. Cedillo

Escritor y periodista saltillense. Ha publicado en los principales diarios y revistas de México. Ganador de siete premios de periodismo cultural de la UAdeC en diversos géneros periodísticos.