De corazón a corazón

Cuando en el corazón sentimos aprecio, gratitud y compasión por alguien entramos en lo que los científicos llaman “estado de coherencia

Alguna vez te has sentido escuchado y comprendido por una persona, incluso más de lo que tú mismo a veces te puedes comprender o escuchar? ¡Cuánto se agradece! Hay pocos regalos tan valiosos y generosos como éste. Una comunicación de esa naturaleza la llevamos a cabo no de mente a mente, sino de corazón a corazón. Lo más asombroso es que aquello que dice la canción de “dos corazones que laten como uno”, no es sólo poesía sino dato científico.

Cuando en el corazón sentimos aprecio, gratitud y compasión por alguien entramos en lo que los científicos llaman “estado de coherencia, lo cual significa que los corazones de ambas personas se sintonizan en la misma frecuencia electromagnética generada por el corazón de una de ellas. Es por eso que nos sentimos tan bien cuando estamos entre amigos que queremos. O tan incómodos cuando la situación es totalmente adversa y los sentimientos hostiles. Las palabras comunican sólo 7 por ciento del mensaje, los gestos, el tono de voz y el lenguaje no verbal, comunican el restante 93 por ciento; pues el corazón comunica el cien por ciento, sólo basta estar atentos.

La energía que emana de un corazón entra en contacto con la energía del otro antes que lo hagan las palabras, las máscaras o se dé el contacto físico. Si quieres comprobarlo, sólo observa lo que te ocurre en las distintas situaciones sociales y lo verás muy claro. El corazón es el principal centro de inteligencia Hay estudios que afirman que “el corazón es el principal centro de inteligencia en los seres humanos. La conexión que se da entre las personas desde este centro de inteligencia es mucho más profunda y auténtica que cualquier otra. Me parece fascinante saber que si pones dos células del cerebro de dos personas en una placa de Petri, éstas extenderán sus dendritas para tratar de conectarse; sin embargo, como no están diseñadas para vincularse fuera del cerebro, eventualmente se darán por vencidas y morirán.

En cambio, cuando pones en la placa de Petri células de diferentes corazones comenzarán a unirse y comunicarse de inmediato. Y unidas continuarán latiendo como una durante el tiempo que los científicos decidan continuar con el experimento. Por lo tanto, la idea de que podemos pensar con el corazón ya no es meramente una metáfora, sino que es un fenómeno muy real. Literalmente tenemos un “cerebro” en el corazón, que no hemos explotado en todo su potencial. Si bien las culturas antiguas siempre lo supieron, en la era moderna perdimos del mapa esta información. Si la persona promedio vive con estrés, no es de extrañar que 70 por ciento de los errores y conflictos en el trabajo, las relaciones y la familia se deban a una mala comunicación. A veces desde el cerebro no comprendemos los motivos que mueven a las personas a realizar algo, pero basta dirigirnos al corazón y lo comprendemos todo. No obstante, es imposible conectarnos con los otros si estamos desconectados de nosotros mismos.

Cuando quieras influir y motivar a alguien, viaja del cerebro al corazón. Ahí los seres humanos tenemos más cosas en común que diferencias. Lo primero es mantener la calma interior para que tanto la comunicación interna de tu cuerpo, como la externa en relación con los demás, sea coherente. Por eso es importante revisar qué energía envías al otro a través de tu corazón y de tu campo electromagnético y notar de qué forma afecta el entorno (seamos conscientes o no de ello).

Gabriela Vargas

Empresaria, conferencista a nivel nacional e internacional, primera asesora de imagen de México, comunicadora en prensa escrita, radio y televisión, esposa, madre de tres hijos y abuela de ocho nietos.