“Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego.” Gandhi
Cómo comunidad tenemos la misión de evolucionar, de crecer, de ayudar, de avanzar. A nivel sociológico, en ocasiones parece que retrocedemos. Sí, que retrocedemos en compasión, en empatía, en cordialidad. Y es que los últimos sucesos del país vecino, han generado en muchos de nosotros un coraje, un odio y resentimiento que se nota y se expande por todos lados. Y es que cuando uno se siente ofendido, también salen a flote todas los recuerdos y memorias en las que uno se ha sentido discriminado, menos que otro, insuficiente o no merecedor. Me parece interesante y muy positivo que cómo Mexicanos nos unamos y seamos solidarios entre nosotros.
Que bonito ver que volteemos a mirar el mercado local y busquemos apoyar a nuestros comerciantes locales ¡Maravilloso! Hay que buscar impulsar lo local, ser parte y celebrar que nuestras personas y nuestra ciudad crezcan. Pero me tiene de la misma manera asombrada, la actitud que tomamos en ocasiones sobre el “Vamos a fregarnos al otro.” Vamos a fregar a las empresas del país vecino, vamos a pagar con la misma moneda. ¿Porqué responder así? Jamás venceremos al mal promoviendo el odio, el “te friego” el no te doy, el “Ojo por ojo, diente por diente”. Lo que menos necesitamos cómo cultura es más del resentimiento, más del odio. Lo que necesitamos es sembrar el bien, es no “gancharnos” con ese mal para que ese saque el mal de nosotros. Y es que ahora es cuando más tenemos que “ser más buenos”. Ahora es cuando más tenemos que hablar del bien, buscar hacer el bien.
Que cierta es la frase de Gandhi que dice “Nadie puede hacer el bien en un espacio de su vida, mientras hace daño en otro. La vida es un todo indivisible.” Sería bueno que nos revisemos en esas actitudes, ¿en ocasiones fregamos o somos gandallas con los demás? Es importante que nos revisemos como adultos y si como padres hacemos diferencias con los demás y en cierta forma le estamos enseñando eso a nuestros hijos. Reflexionar y reconocer si somos los primeros en pensar agandallar, en fregar, en aprovecharnos o sacar provecho del otro.
Uno cosecha lo que siembra, y eso que siembra es lo que genera desde adentro. Todo tiene una consecuencia, positiva o negativa. Lo que sale de nuestra boca se nos regresa. Si nosotros generamos odio estamos generando mal de adentro hacia afuera, y eso es lo que comienza a corroer nuestras vidas. Lo que sale de nuestro corazón es lo que somos. Buda tenía razón al decir que el odio no disminuye con el odio, el odio disminuye con el amor.
El cambio verdadero comienza de adentro hacia fuera, así que concentrémonos más en sembrar actitudes de amor, de compasión, de apoyo mutuo, de interesarnos por cómo está cada persona que nos rodea, de impulsar y promover a nuestros semejantes, de comprarle a la amiga y ser feliz de que le vaya bien. Y dejemos de también desear que al otro le vaya mal. Sembremos en positivo, en alegría, en empatía, en apoyo mutuo y dejemos de criticar, de querer fregar, de desear el mal.
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