Otro tema de juegos engañosos

“Un hombre que no encuentra la satisfacción en sí mismo la buscará en vano en otras partes. ” –La Rochefoucauld

No termino de entender por qué algunos artistas hacen tan mal marketing y difusión de su trabajo. Después de meses o años de redacción, confección, pensamiento, pinceladas, composición o cualquier otra forma de arte, cuando la obra sale a la luz la minimizan al cien por ciento: “No es tan bueno”, “ya ni me lo menciones”, “no sé por qué lo hice”. ¿De qué va ese juego engañoso? Y lo peor del caso: ¿Por qué causa tanto más interés en el público cuando hacen esto? Póngase cómodo, querido lector, que pretendo robarme su atención por un buen rato.

Definitivamente, para cada ámbito artístico existe un tipo de receptor. Por fortuna, el trabajo de cualquier ser que dedique su tiempo en lo que ama será bienvenido por lo menos por otro ser que guste de ese género o estilo en particular. No obstante, pareciera que el mismo autor hace adrede esa estrategia de mala propaganda para venderse mejor bajo la máscara de la humildad y la indiferencia… Y le funciona.

Personalmente, considero que cualquier trabajo en general merece reconocimiento por el simple hecho de haberle dedicado el esfuerzo y las ganas de que estuviese bien hecho. Por supuesto que puede ser corregido e incluso mejorado, no lo niego, pero si al final el creador va a hablar mal de su creación que, indirectamente, es el reflejo de sí mismo, entonces ¿por qué hacerlo? Mejor hubiera sido dejarlo desde el inicio.

Una cosa es saber que en todo hay un área de oportunidad para brillar más y otra muy distinta es dejarse caer al suelo sólo para ser levantado con los buenos comentarios de los que le rodean.

¿De cuándo acá se fijó ese modus operandi de psicología inversa? Entre más víctima, más atención; entre más seguridad, más envidia y menos reconocimiento. Y ya no sólo en el trabajo artístico o de cualquier índole, sino en la forma de ser. ¿Por qué tendría yo que menospreciar mi primer libro – en su caso- al que seguro le puse todo el corazón? ¿Para obtener la “aceptación” de la crítica? ¿El “cariño” de la audiencia? El día que mi primera creación sea publicada –para lo cual no llevo prisa; prefiero que las cosas lleguen tarde, pero bien hechas-, mi felicidad va a ser tan grande que seguro voy a explotar. El saber que logré compartir un pedacito de mi alma a través de las letras y que –también en su caso- llegó a la fibra sensible de los receptores correspondientes, es el trofeo más grande, uno que no lleva ese “precio” con el que muchos piensan que todo lo pueden comprar. Y voy a estar orgullosa, plena, dispuesta a recibir cualquier tipo de crítica, pero nunca me atrevería a aplicar ese juego extraño de destruir mi tiempo y esfuerzo para que otros le den más valor; y si de valor hablamos, pues habría que empezar por saberse reconocer a uno mismo, tanto en los errores como en los triunfos, aunque lamentablemente estemos tan acostumbrados a sólo ver los primeros.

No confundamos, querido lector: la seguridad no es sinónimo de la superioridad y el reconocer los logros personales tampoco va de la mano con la soberbia. Aquí nadie es más que nadie y es bueno tener ese enfoque bien claro más pronto que tarde. Lo siguiente lo he mencionado en textos anteriores y es cierto: siempre habrá alguien que quiera sacarnos del pozo que voluntariamente cavamos para ser rescatados; sin embargo, nadie es rescatista eterno de la miseria de otro y es mejor tomar esa mano amiga una vez y sólo una vez para entenderlo.

Usted y su trabajo si valen y lo valen todo, no permita que le hagan creer lo contrario.

La autora

Joven apasionada por las letras, heredo de su madre y abuela los deseos de contar historias, con apenas 19 años de edad, María Treviño ya sabe lo que quiere en la vida, escribir es la máxima expresión de su existencia.

María Treviño

Joven apasionada por las letras, heredo de su madre y abuela los deseos de contar historias, con apenas 19 años de edad, María Treviño ya sabe lo que quiere en la vida, escribir es la máxima expresión de su existencia.