Té de hierbabuena para el alma 1/2

Si hay alimentos los cuales nos llevan a la tumba; hay otros que nos levantan de la cama

Cuánto daño nos hacen las medicinas en nuestro organismo? Imagino mucho. Acostumbrados a quitarnos desde una gripe, un dolor de espalda, un dolor de garganta o de estómago con antibióticos y pastillas, nuestro cuerpo ya no sabe de entereza, valor y carácter. Hoy, se le huye al sufrimiento (y tampoco hablo de padecerlo, es decir ser masoquista, no) y nadie quiere aguantar ni una hora y menos una semana, con alguna dolencia de cualquier tipo. Se le huye al dolor y a la enfermedad. Cuando apenas ayer, en nuestras familias, nuestra madres y tías curaban todo tipo de males, achaques y padecimientos… con hierbas. E incluso, con venenos.

Según leo un estudio científico (Zoltan Takacs, toxicólogo, creador del Banco Mundial de Toxinas), el veneno de un solo animal contiene cientos de toxinas diferentes que inmovilizan, hieren o de plano, llegan a matar. Puesto que estas toxinas atacan funciones corporales de manera selectiva, son ideales para desarrollar fármacos. Hoy todo lo “intelectualizamos” pero hubo un tiempo en que se hablaba de los líquidos del cuerpo. Los humores del cuerpo. Sangre, cólera, flema, melancolía, orina y sudor. Tal vez tenga razón desde siempre el doctor y sabio Hipócrates al hablar de aquello de los humores, donde el signo, el temperamento se forjaba debido a los alimentos que se ingieren. Lo hemos visto antes: las lentejas se asocian desde siempre con el temperamento melancólico.

Los frijoles, alubias y demás –llamados en la Edad Media “la carne del pobre”–, se dice, contribuyen a los males gástricos y a un cúmulo de flatulencias épicas. Si hay venenos y hierbas que matan, hay hierbas que curan todo mal. Si hay alimentos los cuales nos llevan a la tumba; hay otros que nos levantan de la cama y literalmente, nos hacen levitar. Usted lo sabe y lo recuerda: en “El nombre de la rosa” de Umberto Eco, Guillermo el bibliotecario, interroga a Severino, el herbolario, acerca de medicinas y venenos. Severino contesta: “Hay muchas hierbas que administradas con cautela son excelentes medicamentos, pero en dosis excesivas provocan la muerte…” Al impregnar el asesino las hojas de la “Retórica” de Aristóteles, el veneno pasa a ser ingerido por vía oral cuando el bibliotecario humedece su dedo cada vez al pasar de las páginas del volumen.

De entre decenas de aportaciones de México y América al mundo, figuran dos regalos que están en boca de todos: el cacao y la vainilla. Un poema náhuatl dice a la letra: “Yo bebo cacao/ con él me alegro/ mi corazón se satisface, mi corazón es feliz.” Pues sí, el chocolate da felicidad, nos hace sentir alegres y contentos en esa región llamada alma, esa parte a la cual llamamos alma. ¿Un buen tratamiento contra males digestivos? Té de hierbabuena (Mentha piperita). ¿Aliviar un reumatismo, gota e hidropesía? Tomar un té o jugo de una planta anual tan bella como enigmática, girasol (Heliantus annuus). Usted conoce la flor de nochebuena (Euphorbia pulcherrima), cuando usted tiene heridas, cicatrices y demás cosas cutáneas, los yerberos y libros especializados al respecto, recomiendan lo siguiente: machacar las flores y aplicar como cataplasma en la piel afectada. Por algo la salsera y rumbera Celia Cruz cantaba aquello de que “traigo hierba santa, pa’la garganta…” Continuará…

Jesus R. Cedillo

Escritor y periodista saltillense. Ha publicado en los principales diarios y revistas de México. Ganador de siete premios de periodismo cultural de la UAdeC en diversos géneros periodísticos.