Mamá, un maravilloso don de Dios

Es cierto que nadie entiende el amor de madre hasta que lo es

“La relación con la madre es la más significativa de nuestra vida, la base sobre la que se construyen todas las demás relaciones. El vínculo con la madre es fundamental para la supervivencia. El niño, la niña se miran literalmente en la madre, se ven en ella como si fuera un espejo. La madre representa al mundo en su totalidad y lo que de él proviene.” Bert Hellinger

Hace poco leí que Dios no podía estar en todas partes, por eso creó a las madres. Y es que cada mamá somos una arquitecta, y en nuestras manos se encuentra una obra de Dios. Vamos forjando y formando actitudes, creencias, virtudes y hábitos desde pequeños, las cuales se traducen en las acciones y actitudes de la vida diaria de un ser humano.

El recordar el lugar que ocupa nuestra madre en nuestra vida, nos permite conectarnos con alegrías y en ocasiones con tristezas. Amor, fuerza y seguridad son, algunas de las herramientas que comenzaron a heredarnos nuestras madres desde que fuimos concebidos. Además de ocuparse de las necesidades básicas de la infancia, nutrieron nuestra parte afectiva, el alma y el espíritu de la persona que somos hoy. Renuncias, sacrificios y entrega desmedida por amor son algunas de las acciones innatas de una madre hacia sus hijos. Hoy es un día especial para valorar todas esas acciones, celebrar su presencia cuando la hemos necesitado, y también es momento de soltar y perdonar esas heridas del pasado y expectativas no cumplidas.

La relación con nuestra madre es sin duda la más importante de nuestra vida, y al mismo tiempo la más complicada. Exigimos, demandamos reprochamos, rechazamos y culpamos a mamá cuando las cosas no resultan como esperamos.

Posibles heridas por sobreprotección, exceso de valoración y halago, por abandono, manipulación, comparación, miedo… Necesitamos perdonar a mamá por lo que hizo o dejó de hacer, el daño que nos pudieron causar sus propias inseguridades, auto exigencia, carencias y miedos. Cómo hijos debemos ser capaces de ver la niña herida también en nuestra madre y ser compasivos con ella, aceptarla por completo, más allá de sus errores y lo que a ella la limita.

Qué ingratos somos a veces los hijos al juzgar. Toda madre tiene sus propias heridas y carencias de infancia, sus limitaciones y dificultades para amarnos, y han buscado sostenernos cómo hijos, buscando también sostenerse ellas mismas. Es importante que para estar bien con nuestra madre y amarla con calidad, reconozcamos esas heridas y nos ocupemos de sanarlas.

Si bien es cierto que nadie entiende el amor de madre hasta que lo es, ojalá pudiera describirlo, ojala pudiera plasmar este amor que me invade y me hace sentir tan completa. No hay vocación más hermosa que la de ser mama, no hay vocación que te exija más a entregarte, a vencerte, a querer ser mejor para tus hijos. Ahora entiendo tanto amor en silencio de mi mamá, tanto amor escondido, tanto amor que a veces no se ve, pero que al final edifica, porque construye vidas, construye personas. Hoy valoro más que nunca tanto que me ha dado mi madre, y ahora yo siendo adulta, me doy cuenta que cada día la necesito más, la admiro más y le aprendo más.

Tenemos este momento presente para MIRARLA, amarla, agradecerle, perdonarla, pedirle perdón y valorar todo lo que tu madre ha hecho por ti. Tomar lo que de ella viene cómo un legado maravilloso, que nos toca a nosotros, el que ella tuvo para darnos, que nos causó heridas y nos heredó dones maravillosos. Al realizar esto, encontramos la verdadera plenitud y nos acomodamos en nuestro espacio correcto. Cuando no tomamos y rechazamos lo que ella nos dio, estamos negando nuestros orígenes y eso es negarnos a nosotros mismos. Cuando “no tomamos” a nuestra madre, no podemos amarnos a nosotros mismos.

Para reconectarte con tu Mamá, te invito a honrarla, agradecerle, pedirle perdón, perdonarla y perdonarte a ti por tus errores cómo hijo. Soltar los juicios y errores humanos y ver con claridad la grandeza del amor con que nos han formado, con agradecimiento y honrar su vida, porque de ellas venimos.

Dale las GRACIAS a Mamá de las siguientes formas:

  1. Mentalmente y en silencio, dale las gracias por tanto y medita en todo el amor que te ha dado desde tu nacimiento. Agradece desde tu corazón. Permítete sentir ese agradecimiento profundo.
  2. Díselo a través de una carta o un mensaje claro y honesto.
  3. Mirarla a los ojos y dile desde tu interior “HONRO la vida que me has dado y te AGRADEZCO con amor. Tomo lo que soy y me das completamente”.

Amar, honrar y aceptar a nuestra mamá nos conduce a la paz y a la reconciliación. Si estás en paz, proponte amarla más y si percibes aspectos que requieres soltar, libéralos para AGRADECER, HONRAR y VALORAR los dones tan maravillosos que ella decidió regalarte desde que aceptó darte vida. Recuerda que tu madre, es un don que Dios te ha regalado, uno de los mejores regalos del cielo.

Gracias Patricia Gómez Tueme, ¡Gracias Mamá! la mejor mamá, la más entregada, desprendida, sencilla, oculta, genuina, pura, espiritual, por siempre buscar darnos lo mejor, amándonos desde lo grande y lo pequeño, en cada instante y momento. Te amo Mamá. Gracias por darme tanto, jamás me alcanzaría la vida para recompensar todo tu amor, sacrificios y entrega. Dios me conceda llegar a ser un gramo de lo que tu eres. Celebro con mucho amor el haber nacido de ti. Te amo infinitamente, hasta el cielo y la vida. Tu hija

Marijose César

Mamá, esposa, terapeuta y coach Internacional por la Escuela Internacional de Coaching en España y en New York University, Certificada en Superar pérdidas emocionales por The Grief Recovery Institute. Experta en Comunicación asertiva.