Los locos solitarios

Sin móvil político, sin ideas radicales, sin ser una declaración de racismo y sin que haya sido un acto impulsivo derivado de alcohol o drogas, ¿Por qué? ¿Para qué?

La lejana geografía y el frenético ritmo de vida que nos brinca de un problema a otro sin previa notificación o aviso, hacía preguntarse si era prudente quitar los lazos negros, símbolos de duelo por la devastación humana y material causada por un terremoto, lazos que ya estaban ahí tras el temblor de días antes, que habían sido colgados por los terribles huracanes, que… en fin, una extensa sucesión de lutos sin tiempo para ser sanados, que hacen dudar del amor del dios omnipotente por el mexicano, que bien se podrían rastrear hasta la revolución, la independencia o hasta la conquista, con la inserción entre esos conflictos de los más crueles episodios de tragedias, unas producto de la naturaleza, las más, resultado del pésimo actuar de las clases gobernantes.

Así, sin oportunidad de asimilar el luto nacional, entramos en solidaridad con los inventores de los tenis Nike, de la NFL, del pollo Kentucky y claro, de Las Vegas. El terror. Perpetrado por un loco de quien a la mañana del jueves en que entrego mi columna semanal, solo atisbamos el erróneo silogismo que muchos insisten en dar por bueno de que, si de niño tuvo juguetes bélicos o violentos video juegos, de adulto cometería una calamidad como la del domingo pasado en la ciudad del pecado. Pero si el silogismo de los juegos de la niñez es equivocado, entonces, ¿Qué pasa por la mente de un hombre en apariencia normal y adaptado a la sociedad para ponerse a matar personas desde su cuarto de hotel? Descartemos también la pobreza o falta de oportunidades: no cualquiera puede pagar la habitación que tenía este tipo ni hacerse del arsenal que utilizó.

Tampoco era un fanático a quien alguna divinidad o expresión de satanás le dictó cosas al oído. Sin móvil político, sin ideas radicales, sin ser una declaración de racismo y sin que haya sido un acto impulsivo derivado de alcohol o drogas, ¿Por qué? ¿Para qué? Quizás habrá quien piense, que luego de encontrar los huecos y puntos flacos de los dogmas religiosos, o de leer a un par de filósofos del absurdo y darse de frente con el sinsentido de la vida, una persona puede quedar a merced de un instinto o mandato primitivo para conducirse por el mundo sin bozales y sin frenos, sin moralidad y sin cargos conciencia, y de esta manera hacer lo que le venga en gana sin remordimiento alguno…. pero, lo que no hace un individuo así, es luego atentar contra sí mismo. ¿La impotencia, la llamada de atención, quizás? En el párrafo inicial, deliberadamente escribí de las clases gobernantes, así, en plural.

Porque no encuentro otra explicación para lo ocurrido en Las Vegas que la enferma manifestación de la inconformidad de un individuo, hacia una sociedad que no cuestiona, que va a la deriva, que es ciega por decisión propia, hipnotizada por quienes, desde las clases gobernantes que incluyen a políticos, pseudo empresarios, comunicadores y otros grupos de poder, hacen y deshacen a su antojo con la anuencia del pueblo que consume pan y circo. Estamos de acuerdo en que ningún factor externo a la voluntad de un asesino es atenuante para justificar sus horrores. Pero estoy claro que, si quienes gobiernan al mundo desde la política y sus complicidades, siguen ignorando la dignidad del individuo, seguirán emergiendo por cada rincón del planeta los locos solitarios que, al no poder hacer justicia por propia mano, por votación o razón ante los encumbrados poderosos, volverán a ser cobardes e injustos sobre los demás mortales. cesarelizondov@gmail.com

César Elizondo

Escritor saltillense, ganador de un Premio Estatal de Periodismo Coahuila. Ha escrito para diferentes medios de comunicación impresos de la localidad.