Los desiertos que nos toca pasar

“Cada uno de nosotros pasa por algo en la vida que lo cambia de tal forma que, jamás vuelve a ser la persona que era antes.”

La vida está llena de innumerables momentos de gozo y de prueba, y ambos son parte fundamental para nuestro crecimiento. Charles Jones decía que “Las cosas no salen mal para amargarte o rendirte. Son para romperte y reconstruirte, y que puedas ser todo lo que debas ser.” Cada momento por el cuál sientas que estás a punto de romperte, viene a fortalecerte, renovarte, purificarte, enseñarte.

Dios no nos manda el mal. Él, al darnos la vida y la libertad, nos da la oportunidad de elegir y de vivir la vida con nuestro propio afán. Nos muestra el camino, pero nos da la libertad para recorrerlo de forma autónoma. De esa misma manera, él como espectador y padre, se sirve de cada situación que atravesamos para actuar y hacer algo en nosotros.

Suceden momentos, dificultades, injusticias, situaciones que a los ojos de nuestra razón, no logramos entender porqué y para qué, y que solo a través de la fe podremos comprender a su tiempo.

Dios permite dificultades o desiertos y es a través de ese camino en el que en cierta manera también nos purificamos. Pues en ocasiones, ese desierto es la única manera para que podamos renacer de nuevo.

Volvemos a nacer cuando hemos aprendido la lección de ese desierto, cuando hemos adquirido la virtud o la gracia que Dios quiere que desarrollemos en ese momento.

Examina tus desiertos, tus desiertos de soledad, de vacío, de dolor profundo. ¿Qué han venido a enseñarte? ¿En qué te has convertido gracias a eso? ¿Le has pedido al Espíritu Santo que te muestre qué virtud está trabajando en ti, que deseas aprender o adquirir la gracia cuanto antes? Y no siempre encontramos las respuestas cómo queremos encontrarlas, pero Dios encuentra el modo de hacernos sentir su presencia durante la prueba. En las verdaderas pruebas de fe, Dios nos exige ser una mejor persona y sacar lo mejor que hay en nosotros.

La clave durante la prueba es no perder de vista que Dios está trabajando en nosotros. Dios está actuando en nosotros. Dios nos está puliendo como esa piedra preciosa que nos soñó desde que nacimos, desea con pinceladas convertirnos en esa persona; muy probablemente más humana, más alegre, más amorosa, más libre, más llena de luz. Dios también se vale de un alma llena de él, para tocar la vida de los que le rodean y que con tanto amor desea que se acerquen a él. ¿Qué situación vives con dolor? Ya sea porque es algo que se escapa de tu control o consecuencia de tus decisiones, si en este momento te corresponde afrontar una dificultad que sientes que te supera, detente un momento.

– Acércate a Dios, cierra los ojos, ofrécele este dolor y esta situación. Pídele su fuerza, la fe y esperanza para atravesar esta experiencia. Pídele a los ángeles te acompañen y guíen para cada decisión e intercedan en el cielo.

– Reconoce cómo te sientes. Reconoce y abraza el “no estar bien”, estar inquieto, triste, confundido. Escríbelo, háblalo, llóralo. Date permiso de aceptar lo que habita y cada emoción, no lo tapes. Reconocer, mirar y aceptar, será el primer paso que te ayudará a soltar la necesidad de controlar lo incontrolable.

– Permítete mirar la situación. Observar con claridad te permitirá aceptar la realidad, por más dolorosa que sea. Acepta la situación y reconoce con lucidez, lo malo y también lo bueno. Aceptar no significa que estás de acuerdo, sino que dejas de estar en resistencia y en la negación.

– En esta situación, ¿Qué depende de ti? ¿Qué puedes hacer tú? ¿Cuál consideras que es tu responsabilidad? Enfócate en dar pocos pasos pero sencillos de amor, de afecto, de apapacho, con quién te necesita. Haz lo que está de tu parte para que quien sufre contigo se sienta consolado y acompañado.

– Esto que estás viviendo, ¿En qué te exige o te hace ser mejor?

– Reconoce los aprendizajes. Escribe las luces que identificas, la nueva mirada que tienes hoy sobre las cosas.

“Mientras más fuertes sean tus pruebas, más grandes serán tus victorias”

La autora

Mamá, esposa, terapeuta y coach Internacional por la Escuela Internacional de Coaching en España y en New York University, Certificada en Superar pérdidas emocionales por The Grief Recovery Institute. Experta en Comunicación asertiva.

Marijose César

Mamá, esposa, terapeuta y coach Internacional por la Escuela Internacional de Coaching en España y en New York University, Certificada en Superar pérdidas emocionales por The Grief Recovery Institute. Experta en Comunicación asertiva.