El camino del respeto

Ojalá lleguemos a respetarnos al grado que estemos cómodos y felices con nosotros mismos

El respeto que das a los demás es dramáticamente un reflejo del respeto que te das a ti mismo.” Robin Sharma Que fulana hizo tal, que la colega dijo tal, que tu hermano hizo no se qué. Nos suelen molestar las decisiones, acciones, opiniones que tengan los cercanos y los lejanos, nos suelen molestar las diferencias, y a quien no le molesten, es que ha llegado al grado de tolerancia y comprensión al que debemos de aspirar vivir. Y es que es cierto que nos hemos convertido en una sociedad que se siente con el derecho de criticar al pecador, de exhibir quien vive la vida como quiere, de contradecir incluso las decisiones más sencillas, pero autónomas. Nos hemos olvidado que el respeto es el primer valor para comenzar a vivir la tolerancia, la compasión, el amor desinteresado y encontrar nuestra felicidad.

Porque cierto es que la propia felicidad se va encontrando cuando comenzamos a respetarnos a nosotros mismos, y ese respeto se ve reflejado en el respeto que damos a los demás. Personas entran y personas salen de nuestra vida. Y cuantas de estas personas se han ido por nuestra falta de respeto. Todos hemos vivido alguna relación en la que algún ser querido se alejó sin saber porqué. Muy probablemente es porque había una falta de respeto. Y es que hoy mas que junta es urgente y necesario, aprender a respetar las opiniones y costumbres de los demás, aunque no sean iguales a las nuestras. Que razón tenía Erich Fromm al afirmar que respeto es la capacidad de mirar, de ver a una persona tal cual es, tener conciencia de su individualidad única. Respetar significa preocuparse por que la otra persona crezca y se desarrolle tal como es. Dejemos de opinar si el cuñado hizo tal, si la prima compro o viajó, si la hermana malgasta a tus ojos.

Deja de mirar con un ojo juicioso, que de la misma manera serás mirado. Esfuérzate por tratar al otro desde el amor, esfuérzate por contestar, celebrar, hablar, admirar al otro como te gustaría que lo hicieran contigo. Y esfuérzate aún más con tu familia. Si bien es cierto que dentro de una familia todos somos imperfectos, así de imperfectas son las relaciones pero llenas de un amor que no se acaba. Ese amor y ese vínculo, se forja cuando hay respeto y alegría por la vida del otro. La familia es como las ramas de un árbol, todos crecemos en diversas direcciones, pero conservamos las mismas raíces. Ojalá lleguemos a respetarnos al grado que estemos cómodos y felices con nosotros mismos. Cómo diría Joan Garriga “Las personas que desarrollan una gran comodidad consigo mismas aprenden a respetar, hacer espacio y querer todo lo que les constituye.

Al mismo tiempo no se identifican con ello: lo observan como si fuera el sorprendente desfile de su vida, el oleaje continuo de sus vivencias, sin tomarlo tan en serio ni tampoco creerlo su realidad personal definitiva, única y acabada. Saben del dominio de lo transitorio.” Respetar el camino del otro aunque no estemos de acuerdo es respetar el destino de cada uno. Respetar sus tiempos y su modo de transitar la vida, es mantener un equilibrio interno, sabiendo que cada uno de nosotros es diferente, único e irrepetible. Acompañemos, dejando que cada persona que nos rodea viva a su manera, fluya a su manera, decida a su manera.

Marijose César

Mamá, esposa, terapeuta y coach Internacional por la Escuela Internacional de Coaching en España y en New York University, Certificada en Superar pérdidas emocionales por The Grief Recovery Institute. Experta en Comunicación asertiva.